Desde que en 2010 ganara el célebre Young Architects Program del MoMA PS1, SO–IL, el estudio de Florian Idenburg y Jing Liu radicado en Brooklyn, ha desarrollado una brillante trayectoria. Su mejor baza está en sus muy sugerentes arquitecturas efímeras, instalaciones frescas e interactivas, sencillas en el plano tecnológico y material, pero llenas de significado programático al que luego sacan partido en sus construcciones permanentes. Beeline es su debut europeo y quizá su obra más ambiciosa en este registro. Prevista para el mes de marzo, la pandemia retrasó su apertura en el MAAT de Lisboa (Museo de Arte, Arquitectura y Tecnología) hasta el principio del verano.
El MAAT es, desde 2016, uno de los polos de la actual efervescencia lisboeta. Diseñado por Amanda Levete, se erige como una elegante ondulación topográfica frente al estuario del Tajo en Belém que completa el área industrial rehabilitada de una antigua central eléctrica. Bajo su cubierta transitable, la zona expositiva es un gran óvalo indeterminado y alargado que Beeline divide transversalmente transformándola en planta y en sección.
SO–IL ha creado una nueva “entrada clandestina” en el muelle de carga de la parte posterior del museo, que mira a la ciudad. A partir de ella, se extiende un recorrido orgánico y deslizante a lo largo de corredores y pasarelas a distinta altura —definidos por paramentos textiles de colores suaves y luminosos— que desemboca en la fachada principal a la orilla del río.
La instalación cambia la relación del espacio urbano con el museo, que puede atravesarse hasta el agua no solo por encima, sino también por su interior. La escala se expande y se contrae según se avanza descubriendo cápsulas de sonido, áreas de reunión, una suerte de auditorio e incluso gran cama elástica en su corazón. Un gran montaje expositivo que alberga una muestra de doce proyectos del estudio además de otros programas integrados en MAAT Mode, una propuesta de la directora, Beatrice Leanza, que busca replantear el papel del museo como lugar de encuentros y acontecimientos y de la que Beeline es tanto soporte como manifiesto.
Idenburg y Liu han diseñado para el MAAT de Lisboa algo más que una mera promenade architecturale; como ocurre habitualmente en sus instalaciones, se trata de explorar las interacciones del espacio, sus usuarios, el tiempo y el movimiento con una naturalidad y una ligereza que se zafan de la retórica. Una contribución fresca y eficaz al debate sobre la función de los museos de nueva generación.
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