Ivorypress. Planeta Elena Ochoa

Fundada por Elena Ochoa en Londres en 1996 como editorial de libros de artista, Ivorypress cuenta en Madrid con una librería y una galería especializadas en creación contemporánea. Una antigua imprenta rehabilitada por Foster + Partners en 2008, que tan solo en cinco años se ha convertido en un espacio de referencia internacional. En él esta coleccionista y mecenas da visibilidad a sus preocupaciones artísticas.

Dicen que todos los caminos conducen a Roma. Algunos de los que he transitado estos años, sin embargo, me han llevado a otro lugar. Al epicentro de una de las editoriales y de las galerías más vanguardistas, a una de las coleccionistas de arte más aplaudidas. Hablo de los caminos que me han llevado hasta Elena Ochoa. Los Carpinteros, Francesca Thyssen, exposiciones y múltiples circunstancias dibujan la orografía que vertebra ese trayecto. Año y medio después de diversas coincidencias, esos afluentes han permitido una entrevista y el seguimiento de esta psicóloga que ha hecho del arte contemporáneo su modus operandi.

Prefacio

Elena Ochoa forma parte del itinerario popular de varias generaciones en España. La mía incluida. Algunos se quedaron en aquella chica que nos acercaba sin tapujos a los entresijos de las sábanas poco aireadas de la sexualidad española de la época. Y se sorprenderían de su evolución. Su periplo por el mundo de la psicología, sus investigaciones sobre esquizofrenia o alzheimer, los años de profesorado o una importante actividad como articulista para El País o El Mundo son solo parte de una carrera laboral tan dilatada como heterogénea. Pero en su currículum, encontramos un antes y un después. Un momento en el que Ochoa decidió sumergirse completamente en el mundo del arte. “La vida está llena de situaciones y decisiones inesperadas”. Es lo que posiblemente supuso su matrimonio con Norman Foster en 1996. Se casó con el que tres años después sería Premio Priztker, dejó su labor académica y fundó la editorial Ivorypress. Desde entonces todo ha ido a más. Un trabajo que, como ella misma nos comenta, “está lleno de retos, es difícil, exigente y apasionante”.

Intro

Vuelvo de fotografiar a Elena. Una presencia silenciosa. Una línea clara, sin quebrados abruptos. La entrevista la hicimos anteriormente, y hoy aprovechando su estancia en Madrid, la retraté en una sesión relámpago. Porque Elena es un devenir de viajes y proyectos. De hecho, salió de una reunión no prevista para posar con rapidez. Momento intenso. Dejar caer mi objetivo, sentir su mirada y pensar en lo que ella sabe de ese instante en el que el fotógrafo dispara. Su interés por el mundo del arte la acompaña desde que recuerda. “Siempre, de una forma u otra, he estado motivada y rodeada de arte en todas sus formas”. Algo que se convirtió en su leitmotiv desde aquel ya lejano 1996. Primero Ivorypress, la editorial, y luego la librería y el espacio expositivo donde “promocionar el arte contemporáneo nacional e internacional, y descubrir y apoyar a los talentos jóvenes”. Una vasta tarea que se canaliza “a través de la publicación de libros, exposiciones, talleres, becas y programas específicos de patrocinio”.

Historia

En esta última edición de ARCO, Elena Ochoa participa por primera vez con esos creadores que la acompañan y de los que le gusta rodearse. “ARCO y las ferias son un modo de promoción y exposición. Y para muchos galeristas es la bombona de oxígeno que les permite la supervivencia”. No es ajena a la polémica en torno a la feria, pero no le gusta hablar de crisis o dificultades. Activa, en movimiento, renuncia al fatalismo. Convencida del potencial de nuestro país como cuna de talentos, ha escogido la capital española como parte de las sedes de su emporio artístico. Una elección, como ella misma se ha encargado en señalar, que se produjo por pura intuición, “porque quiero a mi país y quiero a Madrid. No existió otra razón más que la puramente emocional”. ARCO está en crisis constante, como todo el espectro cultural. Sin embargo, para ella “el mercado español responde y funciona. Si no, no existirían en España galerías, colecciones cada vez mejores y construidas con mayor rigor, ferias, estudios de artistas que surgen aquí y allá”.

Me gusta su positivismo. No hay que insistir mucho para que otros galeristas te digan exactamente lo contrario. Tal vez sean maneras diferentes de encarar una situación compleja, aunque he de reconocer que Elena Ochoa es la única que se posiciona de este modo. Un entusiasmo con el que me habla de Los Carpinteros, de Luisa Lambri, o de Ai Weiwei, pero también de creadores nacionales, y de nuevos valores que se van afianzando. “Ivorypress trabaja con nombres españoles como Dionisio González y, recientemente, con Juan Uslé y Vicky Civera, Íñigo Manglano-Ovalle, Jerónimo Elespe, que tendrán todos ellos exposiciones en un futuro próximo y se integrarán en proyectos externos que Ivorypress realiza dentro y fuera de España”.

Una ventana abierta. Pero no todo es satisfacción para la galerista. Elena Ochoa toma una postura crítica respecto al Gobierno y la Ley de Mecenazgo.En este sentido Rajoy comentaba hace unas semanas que “el mecenas no debe esperar nada a cambio” y que “la generosidad no solo depende de los incentivos económicos”. Como patrocinadora además de coleccionista, Ochoa tiene “la intuición de que este Gobierno y los anteriores no conocen lo que significan para nuestro país sus artistas e instituciones, un patrocinio artístico serio a corto, medio y, sobre todo, a largo plazo”. Gobiernos que dan la espalda a sus creadores, la primera rama en ser podada. “Sugeriría que los responsables de este Gobierno –y también de los futuros– si tienen interés en la creación artística, y amor por las instituciones que la protegen, observen, exploren y estudien cómo funciona este asunto en otros países. Harían un enorme favor a los mecenas españoles, y, sobre todo, se cumpliría con el deber moral, ético y estético, de promocionar y llevar a lo más alto el arte español contemporáneo. Si no lo hacen, hablaremos de otra generación perdida”. Porque realmente este es un momento difícil. No sé ya cuántas entrevistas habré hecho donde se desgranan una y otra vez las dificultades reales de una situación que golpea fuerte.

Epílogo

Elena Ochoa es una mujer incombustible en un cuerpo contenido, de gestos contenidos. Una mujer al servicio de la belleza para la que Ivorypress es “un instrumento, un puente que la creación artística puede utilizar”. Y así comenta que son numerosos los proyectos abiertos, las publicaciones en ciernes. No habla de las fronteras superadas: “Siempre pienso en sueños futuros, no en pasados. El día que no tenga sueños que perseguir habré muerto”. Yo ya llegué a Roma, donde he sabido algo más: los creadores que quieran llamar la atención de esta mecenas y formar parte de su curia creativa solo necesitan dos cosas: “talento y constante exploración en su trabajo”. El resto, lo pone ella cual loba capitolina.

Visita la web de Ivorypress

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