Javier Senosiain ha esculpido una cueva dentro de un edificio, una oficina que más que un mero contenedor funcional, es un espacio tribal de bienestar y creatividad.
La oficina cueva: una tipología arquitectónica para el mundo corporativo
La cueva, como espacio metafórico, tiende a asociarse con la limitación. Una concepción que tiene su origen en la filosofía platónica que proyecta el entorno cavernoso como carcelario. Sin embargo, la humanidad se refugió en estos lugares, primeras viviendas intencionales que se convirtieron en el cobijo frente a elementos y depredadores potenciales, ofreciendo la seguridad necesaria para prosperar.
Frente a un mundo actual donde el ritmo de vida es cada vez más acelerado y dependiente tecnológicamente, resulta interesante la integración esta tipología en el ámbito corporativo. Un testimonio que conecta los ambientes laborales con la naturaleza y el origen humano; y así ha hecho Javier Senosiain dentro de un rascacielos en Santa Fe, Ciudad de México. Su proyecto abraza la idea de que las estancias curvas son más acogedoras y ergonómicas, generando una atmósfera estimulante que colisiona con el diseño monótono y convencional de las oficinas.
Para el diseñador mexicano, reconocido por su enfoque innovador en la arquitectura orgánica, esta intencionalidad no es simplemente una cuestión de estilo, sino una expresión de nuestra conexión innata con la naturaleza. Y estapropuesta —destinada a ser su estudio— bebe de las formas del vientre materno y de los movimientos sinuosos de la vida cotidiana, reconectando con las raíces primordiales. Porque ante las líneas rectas y las estructuras rígidas, lo orgánico ofrece una alternativa mucho más armoniosa.
La construcción de una realidad fantástica
Para construir esta cueva fueron necesarias 2842 piezas de madera: un peine teatral que sirve como decorado de un ambiente atávico. Las costillas de madera, unidas por tornillos, crean un esqueleto flexible y ligero, que se sostiene por sí mismo sin necesidad de soportes adicionales. El revestimiento de triplay de tres milímetros —moldeado con habilidad artesanal— junto con la chapa de raíz de maple proporciona una apariencia rocosa y texturizada que recrea el acabado telúrico.
Desde el diseño inicial hasta la finalización, cada paso reivindicó la colaboración entre arquitectos y carpinteros para superar los desafíos técnicos y estéticos, dando como resultado una obra de arte arquitectónica que desafía las convenciones. La iluminación estratégica, oculta en techos y muros, realza los acabados y la calidez del entorno, haciéndolo más acogedor y estimulante. Y el resultado final es lo que muestra: una fusión perfecta entre lo artificial y lo natural, donde la madera cobra vida y los espacios se convierten en extensiones del paisaje cavernoso.
En este enlace puedes leer sobre la oficina Pravaah: un ejemplo de arquitectura orgánica destinada al mundo laboral.