La marca Armin Strom representa, sin artificios mercadotécnicos, la esencia artesanal en constante avance de la historia e imperecedera industria helvética de la alta relojería.
Armin Strom: relojes sin nada que esconder
Renzo Piano y Richard Rogers, los arquitectos que realizaron el Centro Georges Pompidou de París, optaron por trasladar al exterior las entrañas funcionales de lo que hoy es un icono de modernidad. En aquel momento no fue una decisión sencilla, ya que generó bastante controversia. En ocasiones mostrar los elementos activos de algo puede elevar su discurso estético, adhiriéndole significación. Ocurre en la alta relojería, siendo relativamente habitual contemplar el corazón de los mecanismos a través de los fondos vistos: las tapas inferiores de cristal.
Sin embargo, no son tan frecuentes aquellos modelos que, además de disponer del mencionado fondo visto, prescinden de su esfera interior o de una parte de esta, ofreciendo así una amplia perspectiva de la acción de ingeniería que los constituye. Esta compleja tipología es conocida como skeleton y, por supuesto, las marcas más prestigiosas poseen sus propias variantes. Pero existe una firma que va, en este sentido, mucho más lejos, construyendo todas y cada una de sus piezas con dicho formato: Armin Strom.
El sello toma el nombre de su fundador, un auténtico maestro restaurador especializado, desde 1967, en una de las disciplinas más minuciosas del sector: el esqueletizado. Tal fue su prestigio en este terreno que, en la década de los noventa, desarrolló trabajos personalizados para otras empresas de enorme calado, siendo muy reconocido uno de sus diseños para la colección Speedmaster de Omega. Nada menos.
Diseño depurado de belleza milimétrica
Armin Strom ha llegado hasta nuestros días con el impulso del empresario Serge Michel y del maestro Claude Greisler, que desde muy jóvenes habían estado bajo la dirección del fundador. Han sido ellos quienes han contemporaneizado la genética de la compañía para potenciar su personalidad en un sector exigente como pocos. Además, han sido los artífices de la inauguración de su manufactura en Biena (Suiza) y de la presentación en 2009 de su primer calibre: el ARM09, donde la cuadratura del círculo se convierte en una verdadera referencia de tradición e innovación.
Los relojes de Armin Strom destacan por su depurado diseño, subrayando la impecable composición de los aspectos constructivos, exponiendo así la belleza que emana de la milimétrica coreografía que impulsa las agujas. También es muy reseñable el carácter pionero de la marca con la implementación de sistemas de resonancia en sus versiones de pulsera, que aumentan la precisión y la estabilidad. Y es que estamos ante una firma cuya producción está conformada —como no puede ser de otra manera— por series y ediciones limitadas, poniendo toda su energía en las métricas cualitativas y en la prodigiosa configuración de todos sus calibres.
En este enlace puedes leer más artículos sobre alta relojería.