Hace ya una década que nació Wireflow del diseñador Arik Levy para Vibia. Él mismo nos escribe este texto
En su origen, detrás de este proyecto estaba mi deseo de crear algo que fuera parecido a una joya flotante pero que, a la vez, resultara casi invisible. Su proceso se derivaba de una escultura de luz que había creado algunos años antes.
Durante bastante tiempo el propietario de Vibia quiso incorporar este concepto a su firma. Era importante traducir la idea a un producto concreto, pero manteniendo su punto fuerte: ser una pieza en el espacio.
La relación con Vibia fue muy fructífera y fluida. Las conversaciones y el intercambio de planteamientos resultaron muy interesantes. La firma catalana estaba totalmente comprometida a dar viabilidad al lado artístico de esta propuesta y a desarrollar conmigo una gran cantidad de opciones y variaciones.
Si miro estas luminarias y pienso en sus componentes, veo que, en realidad, estamos hablando de inmaterialidad. La colección se fabricó con un alambre metálico y otro eléctrico superfino. Su geometría y sus delgadas dimensiones me dieron la posibilidad de hacerla mágica. Aunque para mí, sus materiales más importantes son la imaginación, la transparencia y la inspiración.
Cuando me enfrenté a este proyecto, mi carrera contaba ya con una importante cantidad de best sellers y productos icónicos. Pero estas lámparas han conseguido que esto vaya aún más lejos gracias a la calidad y la perspectiva de una pieza de art-in-action. De hecho, a lo largo de estos diez años han generado un gran impacto. No hay más que ver el número infinito de copias e “interpretaciones” que ahora están en el mercado. Wireflow ha marcado una era y una nueva forma de entender el espacio, la luz y el arte. No me cabe duda: no envejecerá nunca.
Arik Levy