El “Vaso de agua medio lleno”, de Wilfredo Prieto, debería costar la mitad únicamente porque ARCO (como contexto) está negándonos la mitad de la experiencia: una pieza como esta, enmarcada en el arte conceptual, pierde sentido al desvincularla de su espacio concreto y de las tensiones provocadas por el encuentro natural con el espectador. El vaso ha perdido su papel de performer y, por tanto, es sólo un trocito de obra de arte. Dicho esto, zanjado ya por nuestra parte el asunto de la obra más polémica de la edición, sólo podemos decir: ARCO se hace mayor. Allí, el aire pesa siempre un poco más de lo normal y los trajes de chaqueta han invadido el jueves. Se echa de menos un poco de espectáculo; a los estudiantes de bellas artes disfrazados como si fueran a un concierto de Justin Bieber, las citas con las performances, las sorpresas, las contradicciones. Todo esto, igual que el vaso de Wilfredo, está fuera de lugar. ARCO quiere consumibles, y las instalaciones, el vídeo y la propia escultura que requiere ser recorrida pierden sentido en este lugar.
Pero cabe tanto en ARCO que siempre hay destacables y excepciones. Estas son nuestras etiquetas. Una propuesta interesante, un fragmento del “Archivo F.X.” de Pedro G. Romero y el políptico de Daniel G. Andújar, en la galería Casa sin Fin. Una galería española importante, Helga de Alvear albergaba una gran escultura de la pintora Katharina Grosse, también presente en la galería alemana Barbara Gross. Otra galería alemana, Anita Beckers con un vídeo de diez minutos de la artista Analívia Cordeiro. Un clásico imprescindible, Julian Opie, al que esta vez la galería Mario Sequeira dedica todo su espacio. Lo mismo hace la galería Altxerri con Esther Ferrer y su serie de fotografías “Elle était là”. Localizamos también a esta artista en otra propuesta interesante, la de la galería Ángels Barcelona que reunió obras de Pep Agut, Peter Downsbrought y Joan Foncuberta, entre otros. En Colombia, país invitado apuntamos el trabajo multidisciplinar de Manuel Calderón en la galería Museo de Colombia, a Mónica Restrepo con una serie escultórica titulada “Pelucas”, en la galería Jenny Vilá y a la galería Doce Cero-Cero, con dos microhistorias gráficas: “Suntuosa vulgaridad”,de la artista María Alejandra Garzón y “Blaxploitation” de Édgar Jiménez.
Desde aquí lanzamos estos destacados, aunque podríamos marcar muchos más y muchos otros. Este es solo un recorrido de los posibles en ARCO, que si algo conserva esta feria santificada es la capacidad de contener tantas lecturas y narraciones, escepticismos, cultivos y aprendizajes como visitantes. Este año, unos 100.000 según los organizadores. Y hasta el año que viene.