El mítico teléfono DOMO de Telefónica o logos como el de la ONCE, la Biblioteca Nacional, la Casa de América, el Cercanías o el Círculo de Bellas Artes, vienen del mismo lugar. Alberto Corazón, diseñador español y creador de estos memorables proyectos, muere en Madrid a los 79 años debido a complicaciones de salud agravados por el complejo panorama de la COVID-19.
Decisiones durante el franquismo
Alberto Corazón nació en 1942 rodeado por una atmósfera turbia, triste y miserable. La España que enmarcó sus siguientes 30 años estaba inmersa en una dictadura que daba muy poco margen de movimiento a las personas; menos aún a aquellas que, como Alberto, ponían el foco en actividades creativas.
Así fue cómo el joven Alberto Corazón, que desde pequeño soñaba con ser inventor, no pudo acercase ni siquiera a un campo que le permitiera acceder a una formación similar. La alternativa fue ingresar en la carrera de “Políticas y económicas”, unos estudios válidos y respetados en esas décadas con los que pudo conocer materias como la antropología y la sociología, grandes conocimientos que posteriormente impulsaron su trabajo.
El arte y el diseño editorial, gráfico e industrial
Una vez finalizada su educación, Alberto Corazón decidió, junto a un grupo de amigos, arrancar en el mundo laboral con un proyecto personal. Se involucraron con el universo editorial a través de autoencargos, hasta que las portadas de libros con el sello Alberto Corazón comenzaron a coger fuerza y a ser elegidas por sus primeros clientes. En los 70, el diseño gráfico ya sujetaba parte del oficio del creador, teniendo como eje principal el color, la experimentación y grandes contrastes en fotografías e ilustraciones. Cartelería, logos y miles de imágenes surgieron bajo esas directrices y desde un método completamente autodidacta.
La rama artística de Alberto Corazón fue una cuestión que trabajó paralelamente a su labor como diseñador. Las pinturas que realizaba, en muchas ocasiones bodegones, siempre brillaron por su trazo y organicidad, teniendo como punto común la saturación y las dobles intenciones. Su inclusión en el terreno industrial fue la más tardía. Aunque destacó de igual manera que en las otras disciplinas donde operaba: dominaba el volumen y el espacio dejando claro que la funcionalidad estaba por encima de la estética.
La responsabilidad del diseñador español
El discurso de este diseñador español era tan rotundo y exigente que no tardó en llegar una nueva asignatura a su vida: la escritura. Redactó gran cantidad de líneas hablando sobre creatividad y añadió a la historia del diseño su crítica e interesante visión.Todas las propuestas que pasaron por sus manos, sin importar la naturaleza a la que pertenecieran, perseguían la utilidad frente a la belleza.
“Tenemos una gran responsabilidad en la sociedad. El diseñador es un solucionador de problemas, y la respuesta debe ser lo más sencilla posible. La estética es lo último que puede aparecer en un diseño, es importante pero no determinante”, aseguraba Alberto Corazón.
Alberto Corazón: los ojos muy abiertos
Observar, estar al tanto y tener los ojos muy abiertos era uno de sus mantras. Alberto Corazón vivía en un continuo aprendizaje y fruto de ello era su curiosidad por explorar nuevas vías en cada una de sus obras. Sin ninguna duda, Alberto Corazón cumplió el sueño que desde niño persiguió, porque su modo de expresarse y de mirar era lo que caracterizaba a un verdadero inventor.