A message for you

Bourdin es uno de esos pocos autores que hicieron de la fotografía de moda una forma de arte. Mostraba zapatos, vestidos o gafas con tanto ingenio que transcendió lo meramente publicitario. Como él, Avedon, Irving Penn o Helmut Newton son nombres que han ido más allá, para adentrarse directamente en ese ámbito de lo artístico.

De Guy Bourdin se sabe poco; poco de su carácter esquivo y escurridizo, roto sólo por el clamor de sus fotografías. Imágenes inquietas, dinámicas, imaginativas. A Bourdin se le admira por lo novedoso de su trabajo, por la forma en la que su discurso fue abriendo brecha en el espacio visual de hace tres décadas. Gurús actuales de la moda o cantantes como Madonna han caído en el reciclaje de su universo. Los proyectos realizados a finales de los setenta y principios de los ochenta fueron los que más influencia y atención provocaron. En ellos, Nicolle Meyer fue la protagonista absoluta. Musa del creador, lo acompañó en sus mejores años, posando en fotografías que se han convertido en iconos de nuestro tiempo. Y es ella la que nos ha revelado algunos aspectos del “mundo Bourdin” a propósito de la exposición itinerante A message for you que el Canal de Isabel II organizó el año pasado y que sigue su itinerancia por el planeta.

Silencioso con su vida privada, fue huidizo en sus relaciones laborales. Meyer nos contó que “tenía un carácter muy complejo. Un verdadero artista totalmente dedicado a su trabajo. Era muy reservado, observador y culto. No formaba parte ni se relacionaba con el mundo de la moda. Pero también era alguien muy animado y con un gran sentido del humor (negro)”. Bourdin evitaba, pues, el tabloide, la aparatosidad de las grandes fiestas. Y se centraba en su trabajo. “Las sesiones de fotos eran divertidas, glamourosas y especiales –nos cuenta Nicolle-. Guy siempre tenía decorados construidos que daban la impresión de estar en un teatro”. Sesiones regidas por la meticulosidad y el perfeccionismo del fotógrafo, que sin embargo “estaba siempre abierto a otras opiniones y propuestas”. Imaginativo y resolutivo, “planeaba diferentes caminos para que una imagen funcionase”.

Su modus operandi era complejo. Meyer insiste en que “la mayoría de los trabajos de Bourdin eran planeados. Estaban basados en las ideas que llevaba anotadas en su cuadernillo. Con los exteriores solía ser mucho más espontáneo y se podía inspirar con cualquier elemento que se encontrara por el camino mientras conducíamos por la ciudad o el campo. Guy sabía transformar elementos muy mundanos en algo realmente mágico”. La relación laboral entre Nicolle Meyer y Bourdin terminó tras realizar juntos el calendario Pentax a finales de los 70’. Nicolle dejó el modelaje por la música, formando junto a su actual marido un grupo de punk rock. “Trabajé con él nuevamente años después, en 1988, cuando Guy accedió a hacer la portada de nuestro cuarto disco”. Tres años después, en 1991 se producía el fallecimiento del fotógrafo.

Bourdin fue un maestro de la imagen de moda, pero su interés iba más allá de la pasarela o la ropa. “Utilizaba los editoriales de moda como su medio, su lienzo. Llevó la fotografía comercial a otro nivel. Rompió tabúes y abrió fronteras”. Lo cual queda corroborado viendo cómo sus creaciones siguen estando de completa actualidad. Imágenes que han pasado, sin problema, de ejercer una función publicitaria a ser colgadas en las paredes de los mejores museos.

 

www.guybourdin.org

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