La historiadora Jacinthe Giou y el periodista Thijs Demeulemeester han rastreado el planeta en busca de las residencias privadas más emblemáticas del siglo XX. Y, por cada hallazgo, han trazado una “X” en el mapa 150 casas imprescindibles. Un libro que funciona como una lista de deseos o de tesoros pendientes para las paradas imprescindibles de tu próximo viaje.
Una guía para viajar por la arquitectura residencial del siglo XX
Para un amante de las casas, el turismo se convierte en un ejercicio de exploración detectivesca, alejado de las sendas más transitadas. Descubrir viviendas singulares implica ir más allá de lo evidente: hablar con vecinos, leer entre líneas, buscar en mapas alternativos, foros especializados y, en muchos casos, gestionar reservas con antelación. Un periplo silencioso derivado de la actitud atenta —casi religiosa— del entusiasta, que como un acto de suprema devoción dirige sus pasos hacia lo sagrado.

Pero todo ello merece la pena cuando consigue dar con esas pequeñas joyas escondidas. Aunque ahora estos peregrinos tendrán una guía para agilizar su proceso: 150 casas imprescindibles (Cinco tintas, 2025). Una publicación que se diferencia por su enfoque práctico, ofreciendo una selección de residencias con detalles sobre cómo localizarlas y acceder a ellas. La mayoría son casas-museo con un horario fijo, otras se pueden alquilar y algunas son tesoros ocultos que solo se pueden visitar con cita previa. Esta es la característica que hace del libro un recurso valioso para quienes planean realizar rutas arquitectónicas.


Los autores acotan su registro al siglo XX, exponiendo un recorrido diacrónico a través de las tendencias que reflejan la transición hacia la arquitectura moderna. El paseo abarca los cinco continentes e incluye los santuarios que veneran personajes icónicos, como la Villa E-1027 de Eileen Gray (1926-1929), el apartamento-estudio de Le Corbusier (1934), la Casa Eames (1949) o la Casa Gropius (1938). También se transforma en un ejercicio de reflexión sobre su impacto en la vida cotidiana, pues los hogares aquí presentados se volvieron manifestaciones de nuevas formas de habitar y de pensar la disciplina. La Casa de la Cascada de Wright, por ejemplo, no supuso solo un logro técnico, también fue un símbolo de la relación entre el ser humano y la naturaleza, algo que perdura en la edificación contemporánea.

150 casa imprescindibles y nuevos sueños arquitectónicos
No todos los días se puede admirar un árbol en el seno de una obra maestra en la selva tropical; a no ser que seas Lina Bo Bardi en su Casa de Vidrio (São Paulo, Brasil 1951). En esta línea, el libro enumera construcciones icónicas con las que todos hemos soñado, y lo mejor: algunas con las que ni siquiera sabíamos que teníamos que soñar. Como la Casa Orgánica (Naucalpan de Juárez, México 1984) de Javier Senosiain, completamente mimetizada con el entorno, o la Casa Miller (Indiana, Estados Unidos 1953) de Eero Saarinen, que evoca una serenidad onírica con la planificación abierta y paisajista. Allí todo resulta natural: la serie Tulip amueblando el comedor, el colorido floral y dos cerezos enmarcando la entrada.

La arquitectura residencial, como guardiana de vida, custodia relatos. Algunas de estas narrativas tienden a la intensidad espacial, como los volúmenes poligonales y metálicos de la Domenig Steinhaus (Steindorf am Ossiacher See, Austria 1980) de Günther Domenig o la apariencia ovni en la Casa Futuro (Espoo, Finlandia 1968) de Matti Suuronen: una cápsula modular y ligera que parece provenir de un cosmos lejano. Otras satisfacen la necesaria libertad de los 70 y su psicodelia, como la poética Casa Unal (Ardèche, Francia, 1973-2008), que une las habitaciones en un movimiento continuo, realzado por la tonalidad rosa anaranjada de las paredes. También las hay más personales, como los ecos de la Casa Crespi (Milán, Italia 1938), el apartamento jet set de Gabriela Crespi. Una voz única entre la comunidad milanesa del diseño por su decisión de no trabajar para la industria, sino solo con artesanos y en ediciones limitadas.

Aunque las historias resultan atractivas, en muchas ocasiones lo que nos seduce es el color. Y eso es lo que tanto enamora de la Villa Serralves (Oporto, Portugal 1931-1944) de José Marques da Silva y Charles Siclis; una impresionante mansión rosa y art déco. En ese mismo sentido estético, está la Villa Majorelle (Marrakech, Marruecos 1923): el oasis bañado de azul eléctrico de los arquitectos Robert Poisson y Paul Sinoir, donde Yves Saint Laurent bosquejaba sus colecciones de alta costura. Sea cual sea tu próximo destino, proyecto o sueño, ya tienes unas cuantas casas imprescindibles para visitar y cambiar tu percepción de la arquitectura del siglo XX.

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