Vivimos días paradójicos y extraños; días que transitan entre las hazañas -hasta hace poco inimaginables- de la ciencia y la tecnología, y la oxidación paulatina de los pilares sociales, morales y naturales en los que se sustenta eso que denominamos humanidad. La lógica nos debería hacer pensar que el gran conocimiento que actualmente poseemos -de nuestra composición biológica, de nuestro entorno vital y de nuestra propia historia- tendría como resultado un mundo más igualitario, justo y comprensivo con la diversidad que lo define; en definitiva, un mundo mejor. Pero, cuando se trata del ser humano, las cosas casi nunca son lo que parecen.
Y es en este contexto de píxeles fluorescentes y sombras abrumadoras donde emerge la obra del incendiario Joan Cornellà. Ilustrador barcelonés cuyas viñetas se han plasmado en publicaciones irreverentes como El Jueves, pero también en el histórico The New York Times. Sus piezas gráficas son muy conocidas a nivel mundial; como ejemplo ciertamente curioso, diremos que ha ilustrado la portada del disco Schmilco (2016) de Wilco, fabulosa banda estadounidense ubicada con justicia en la constelación de los llamados grupos de culto.
En 2013, tras haber publicado los álbumes Abulio y Fracasa mejor, aparece Mox Nox, un libro que es el inicio de sus corrosivas y brutales historietas de una sola página -sin texto- donde sus característicos personajes sonrientes representan breves escenas, tan absurdas como demoledoras, profanando los límites de lo admisible hasta alcanzar cotas de negrura cómica pocas veces vista. Posteriormente llegarían Zonzo (2015) y Sot (2016), continuando la exitosa y bestial línea visual y conceptual marcada por el mencionado Mox Nox.
El trabajo de este catalán provoca ampollas morales, pero también invita a la reflexión en una época maniquea como pocas. Por ello, más allá de fobias y filias, hay que valorar su arriesgada y acidísima mirada hacia temas que, de una u otra forma, reflejan el dudoso estado de salud intelectual de nuestra sociedad: violencia, racismo, intolerancia, infantilismo, drogadicción, superficialidad, machismo, falta de empatía…
Siempre a través de un encuadre original, con una narrativa muy bien sintetizada y materializado con un estilo naíf, de formas sencillas y colores vivos; lo cual enfatiza aún más el golpe seco al cerebro de quien se aproxima a sus láminas. Tal vez la clave de su tremenda difusión sea precisamente la colisión atroz que se produce cuando sus figuras -con aspecto de dibujos para niños- se ven inmersas en situaciones aberrantes y enfermizas.
El trabajo de este catalán provoca ampollas morales, pero también invita a la reflexión en una época maniquea como pocas. Por ello, más allá de fobias y filias, hay que valorar su arriesgada y acidísima mirada hacia temas que, de una u otra forma, reflejan el dudoso estado de salud intelectual de nuestra sociedad: violencia, racismo, intolerancia, infantilismo, drogadicción, superficialidad, machismo, falta de empatía…
Siempre a través de un encuadre original, con una narrativa muy bien sintetizada y materializado con un estilo naíf, de formas sencillas y colores vivos; lo cual enfatiza aún más el golpe seco al cerebro de quien se aproxima a sus láminas. Tal vez la clave de su tremenda difusión sea precisamente la colisión atroz que se produce cuando sus figuras -con aspecto de dibujos para niños- se ven inmersas en situaciones aberrantes y enfermizas.
Para Joan Cornellà, el mal gusto no es un impedimento, sino más bien una motivación alimentada por la exquisitez de un tiempo gobernado por los fabulosos Trump, Putin o Kim Jong-un; tres ejemplos paradigmáticos de respeto, educación y sutileza. Este controvertido artista cuenta en redes sociales con un número de seguidores -de todos los rincones del planeta- inimaginable para cualquier otro dibujante español, lo que le ha otorgado la oportunidad de exponer individualmente en Londres, Berlín, Los Ángeles, Nueva York, Hong Kong o Tokio. Estas son solo algunas de las muchas e importantes ciudades que ya han abierto sus puertas -y su cabeza- a las perturbadoras visiones de este creador inflamable. Altamente inflamable.