La blancura y la solidez de la materia adquieren una pureza sublime en la arquitectura de los arquitectos portugueses Francisco y Manuel Aires Mateus. En ella no hay concesión al artificio, sino una rigurosa persecución de la esencialidad. Sus espacios son esculpidos mediante líneas y formas geométricas que crean concisas aperturas y huecos por los que la luz natural penetra, embellecida y embellecedora.
En esta intervención en la facultad de arquitectura de la Universidad Católica de Lovaina, el tándem de arquitectos Aires Mateus corrobora, una vez más, su credo: la claridad conceptual como fundamento para la construcción de edificios inmunes a lo temporal. «La arquitectura no es eterna, pero sí pueden serlo sus principios e ideas. Las ideas insertadas en la arquitectura pueden durar mucho más tiempo que su cuerpo físico», sostienen. No en vano, defienden todo aquello que trascienda la dimensión material de lo construido.
El contexto de este proyecto ha sido un área urbana histórica donde conviven inmuebles de diferentes estilos y épocas. El elemento principal ha sido un nuevo volumen cuyo cometido es ejercer de enlace entre dos edificios industriales y un antiguo convento. En ellos, Aires Mateus han procedido a desarrollar reformas destinadas a introducir otros usos. Las construcciones han quedado conectadas vertical y horizontalmente a través de este bloque, que articula también espacios exteriores para la comunidad universitaria.
El objetivo de la intervención no ha sido sólo crear zonas que actúen como áreas de paso o ámbitos de reunión, sino potenciar lugares que sean expresión de una nueva identidad. Y en esa identidad, incontestablemente palpables, encontramos las cualidades que, para Aires Mateus, son signo de la buena arquitectura: claridad, fuerza, lógica y eficiencia. |