Un jardín botánico suele asociarse a un imaginario popular que nos llena la cabeza de invernaderos, letreros con nombres de especies y recreaciones de hábitats naturales. Pero sobre todo recuerdan a Europa, que lleva siglos creando jardines de éste tipo y marcando las pautas de los nuevos diseños a lo largo del mundo.
Con este trabajo, ganador del World Architecture Festival y que tiene como punto de partida una antigua cantera a las afueras de Melbourne, se intenta dar una nueva visión de lo que es el paisaje australiano, fusionando un lenguaje escultórico con el uso de plantas autóctonas.
El estudio T.C.L junto con Paul Thompson toman el agua como elemento de referencia, haciendo que ésta se mueva a través de las distintas zonas del país, desde el desierto hasta la costa. El proyecto nos lleva por un viaje evocador a lo largo de Australia, resaltando a través de los elementos arquitectónicos la fuerza de un territorio lleno de contrastes. El visitante se convierte en un moderno Livingstone dispuesto a explorar cada rincón y adquirir su propias sensaciones, que bailan entre la fascinación por su belleza a la aversión por las dificultades que genera un paisaje de condiciones duras.
Los autores hacen un ejercicio de reflexión sobre las nuevas funciones que debe tener un jardín botánico, no sólo como meras áreas de exposición, sino como lugares para habitar. Hay sitio para el paseo, la enseñanza y el ocio, de forma que el parque se involucra con la ciudad gracias a las actividades que genera y a día de hoy se ha convertido en uno de los espacios públicos más concurridos de Melbourne.
El diseño se apoya en elementos escultóricos y compositivos: colores intensos, piedras esculpidas o la propia arquitectura. Sirven para desarrollar las distintas experiencias que el visitante va a encontrarse, combinando la abstracción, la metáfora y la poesía. Todo esto permite destacar la riqueza de la flora autóctona, representada por más de 1.700 especies vegetales, jugando con el lado salvaje de las plantas desérticas o los árboles utilizados para la producción de madera.
Como disciplina social, el paisajismo crece en importancia y está demostrando ser un elemento clave a la hora de recuperar espacios naturales o de desarrollar nuevos entornos en la ciudad. Si antes se asociaba únicamente al diseño de jardines, hoy demuestra tener un radio más amplio con capacidad de complementar otras materias como la arquitectura o el urbanismo. La presencia de profesionales es mayor y a la hora de abordar nuevos proyectos, el elemento verde se convierte en una de las partes fundamentales. Esta propuesta es un claro ejemplo de cómo un jardín puede servir de catalizador de la cultura de un país, de forma que las personas lo viven como suyo y lo habitan sin sentirlo como un elemento delicado metido en una vitrina que sólo puede observarse desde la lejanía.
Fotografías: JOHN GOLLINGS, BEN WRIGLEY, PETER CRANBOURNE
World Landscape of the Year 2013 from Dezeen on Vimeo.