Viajamos hasta China en este instante. Nos encontramos paseando por las dependencias delUCCA. Nuestros zapatos hacen ruido al caminar. Nos paramos al observar un vídeo desconcertante. Un sujeto grita de dolor en mitad de las calles de Shaghai abarrotadas de gente. El vídeo captura un choque entre el grito de este hombre y el estupor de los viandantes que comienzan a alejarse al recibir el ruido. ¿Quién es el que grita? Es Xu Zhen.
Tanto en Oriente como en Occidente, Xu Zhen es descrito como “uno de los artistas más prometedores e interesantes que trabajan en China actualmente”. Es catalogado de irreverente y “voraz consumidor de información global”, y se le atribuye un talento especial para producir obra a través de los medios más diversos. Figura de referencia para los artistas chinos nacidos a partir de 1980 y agente clave en el panorama artístico actual de Shanghai. Esas son sus señas.
En esta ocasión nos presenta una exposición comisariada por el director delUCCA, Philip Tinari, y la conservadora jefe de este centro, Paula Tsai. Entre la amplia variedad de mecanismos utilizados por Xu Zhen, encontramos pintura, escultura, instalación mecánica, vídeo, fotografía y performance. Lo sorprendente es que todo ello pueda hallarse en una sola pieza.
La muestra comprende desde las primeras obras de Zhen hechas bajo su propio nombre a partir del año 1997, las realizadas dentro de MADEIN Company, entre 2009 y 2013 y nuevas piezas, concebidas especialmente para la exhibición. En todas vemos cómo este peculiar artista combina de manera exótica el escepticismo por el mundo del arte, la acción, la contemplación y la participación, dando lugar a una producción artística que le permite un autoconocimiento extraordinario de la China contemporánea.
Zhen es ante todo un bromista y un provocador. Puede intuirlo el que no conozca su trabajo de nada con tan solo echar un vistazo. Esculturas clásicas en torre cuyas cabezas se sumergen en los hombros de otras esculturas haciendo equilibrio y dando lugar a extrañas re-lecturas; cuchillos de diversos tamaños insertos en figuras de cartón y otras maquetas; vitrinas que hablan de las representaciones de las razas y de la ansiedad ética a la que los pueblos se ven sometidos muchas veces; y hasta un pedazo del Monte Everest traído hasta la misma sala expositiva. En suma, todo tipo de construcciones y sátiras relacionadas con las prácticas artísticas contemporáneas que el autor utiliza de manera crítica y mordaz.
“Xu Zhen explora las diversas mediaciones que corrompen la experiencia del espectador de una obra de arte, sobre todo en la observación de una cultura que no es la propia.” Continuamos la visita imaginaria y nos perdemos entre los productos brillantes y vacíos de contenido de un supermercado chino que bien pudiera ser uno malagueño. He aquí la magia de la interculturalidad.
»Xu Zhen: A MadeIn Company Production», hasta el 20 de abril de 2014 en el UCCA, Beijing, China.