Fotos cedidas por Estudio C Baselga
La sinestesia es la combinación de dos imágenes procedentes de diferentes dominios sensoriales. En literatura por ejemplo, poetas como Arthur Rimbaud o Juan Ramón Jiménez la usaron para dar una nueva dimensión a la palabra, llevándola a los confines de los sentidos. Hoy la experiencia sinestésica es bastante usual en el mundo de las artes escénicas, aunque no tanto en el de la gastronomía. Hasta que el chef Paco Roncero se decidió a crear hace unos meses un espacio exclusivo en el Casino de Madrid, a medio camino entre un laboratorio de sabores y un reservado high tech.
Diseñado por Carmen Baselga, a primera vista Paco Roncero Taller no cuenta con elementos espectaculares: de entrada, una mesa alta llamada Hisia con un punto de agua y unas neveras escamoteadas. Hasta ahí se parecería sin más a una mesa pensada para presentaciones en congresos de cocina. Sin embargo, el secreto se encuentra en el material cerámico que la recubre y que esconde un complejo sistema de pantallas. A través de ellas, se transmiten imágenes y vídeos de ambientes y paisajes diferentes, para acompañar la excepcional vivencia de cada plato. En las paredes, otras pantallas también proyectan vídeos sobre la realización de las recetas o la procedencia de los alimentos. La vista, el sabor, el tacto o el olfato van acompañados por una banda sonora específica en un intento por vincular a la vez todos los sentidos. Por su parte, el blanco de la sala subraya el aspecto futurista del taller, en contraste con las molduras históricas del Casino. E intrigan los 216 tubos de ensayo retroiluminados colocados en una pared. Son los aceites seleccionados por el propio chef que se convierten asimismo en elementos del interiorismo.
En este lugar donde se servirán cenas de 1.000 € por persona, el diseño y la tecnología más avanzada se unen para exaltar los resultados de una cocina que busca e innova. En fin, vanguardia digital al servicio de un cocinero que experimenta las conexiones entre gastronomía y entorno.
