Imponente y exclusiva, Concrete House II es una vivienda unifamiliar concebida por el estudio de origen gallego A-cero. Un proyecto localizado a las afueras de Madrid que desvela cómo el cemento puede distanciarse de su habitual percepción fría e impersonal.
Con 1.800 m2 de superficie, Concrete House II se aprecia a primera instancia como una construcción impugnable de dimensiones colosales. Sin embargo, el estudio de cada uno de sus detalles, en una revisión del estilo de A-cero, ayuda a crear la intimidad necesaria para solucionar una residencia confortable. Situada a las afueras de Madrid, en una parcela de 5.000 m2, la vivienda se asienta en una única planta sobre la cual discurre la casi totalidad de su superficie útil. Debajo, el sótano alberga el garaje y el cuarto de instalaciones, pero también una sala de cine, bar y bodega.
Joaquín Torres, socio mayoritario de A-cero, entiende la arquitectura como la transformación de una idea de valor escultórico en un proyecto habitable. Esta premisa se manifiesta ampliamente en la percepción antojadiza del exterior de Concrete House II: una secuencia de muros que se esconden entre rampas vegetales; inclinaciones que se prolongan hacia la cubierta y envuelven toda la casa. De este modo, la propia vivienda juega con el espectador a descubrir diferentes niveles y conexiones continuas entre el interior y el exterior. La arquitectura escultórica que propone A-cero se extrapola al interiorismo, definido por el empleo de tonos neutros, el predominio de las líneas geométricas y la elección de un mobiliario suntuoso de dimensiones mayúsculas que sin embargo huye del exceso ornamental.
Otra constante en el trabajo del mediático estudio es la atención al compromiso medioambiental. Esta preocupación se evidencia en la azotea, tanto por la instalación de una cubierta de vegetación aislante, como por la presencia de colectores solares tubulares que permiten una importante autonomía energética para el edificio. La responsabilidad sostenible se refuerza a su vez con la elección del paisajismo, una parte del cual lo constituye un jardín autosuficiente (xerojardinería) con especies adecuadas a zonas secas que consumen poca agua y que requieren un mantenimiento casi nulo. La parcela se completa con un pequeño lago y una pista de pádel.
Conexión exterior-interior
La innegable personalidad de esta propuesta la otorgan los muros perpendiculares que componen la fachada de la entrada, realizados en hormigón armado teñido de gris oscuro, en constante diálogo con el terreno ajardinado en desnivel. Esta dualidad verde y gris identifica reiteradamente el proyecto y nos hace ver el carácter amigable de este rudo material, hasta ahora no demasiado empleado en las residencias unifamiliares.
Las estancias principales –salón, comedor, biblioteca, despacho y dormitorios– se asoman hacia el jardín posterior, más privado y frondoso. Esta fachada, por su parte, destaca por los generosos paños de vidrio que minimizan la división entre zonas abiertas y cerradas, y por el juego de voladizos de hormigón sobre los porches. La gran ventana del salón principal se oculta automáticamente, fusionando completamente la habitación con el jardín.
El acceso al interior se realiza desde un gran hall flanqueado por patios de inspiración japonesa. Un muro abierto divide el comedor con capacidad para doce comensales y el salón principal. También aquí se introduce el hormigón empleado para la fachada, combinado con madera y pintura lacada que le resta carácter industrial. El área de reunión cuenta con sofás Ace de terciopelo dorado y mesas de centro de alabastro. Ambas piezas diseñadas por el departamento de interiorismo del estudio, A-cero IN, materializan la comodidad y la riqueza de los acabados.
A un lado del gran salón se suceden las habitaciones y espacios de trabajo. En primer lugar, la biblioteca, provista de una escalera que facilita el paso a las grandes estanterías; ésta se abre a su vez al despacho, volumen que actúa como conector con el dormitorio principal. Una gran mesa volada, de estructura en acero y revestida de madera lacada, dota de singularidad a esta área también volcada hacia el jardín. Tras la alcoba principal, se suceden los demás dormitorios, todos ellos provistos de baño privado y vestidor. Los suelos de piedra se cubren con alfombras de grandes dimensiones y tonos neutros que restan frialdad y matizan la escala de grises presente en toda la edificación. Orientada hacia la otra fachada, la cocina de inspiración futurista se define por el movimiento que generan los ángulos excéntricos tanto en la isla con bar, como en la llamativa mesa de comedor, una superficie en imposible equilibrio que evoca una arriesgada obra de ingeniería.
A-cero reconoce que en ocasiones en las viviendas de gran tamaño existen zonas desaprovechadas por falta de necesidad real, de previsión o de presupuesto; sin embargo, en Concrete House II, la planta del sótano no se ve relegada a ser un lugar secundario, sino que adquiere entidad propia y un uso principal. Acondicionada con los elementos técnicos propios de una sala de cine profesional, cuenta con un proyector y una gran pantalla, acompañados del sofá modular Ace tapizado en terciopelo gris. La estancia se completa con un bar presidido por una barra de alabastro retroiluminado. Conscientes de la importancia del acceso mediante automóvil, tampoco se ha querido pasar por alto el diseño del garaje. Con capacidad para al menos seis vehículos, el aparcamiento se resuelve con un pavimento de hormigón pulido con franjas de luminarias LED de color azul en suelos y paredes, que ayudan a organizar y delimitar las diferentes plazas.
Esta vivienda se perfila como un exponente del lujo contemporáneo, sello de distinción del estudio afincado en Madrid, donde el espacio y el confort son sus principales valores. La búsqueda de la privacidad y de una racionalidad ecológica son igualmente los objetivos de partida de un proyecto que logra una identidad exclusiva reforzada por la elección de los materiales y el mobiliario.
Estudio A-cero – www.a-cero.com
Fotografías: Luis Benolier – www.luisbenolier.com