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Como ocurre con otras muchas firmas de arquitectura, Graft es un estudio globalizado. Formado por cuatro alemanes y una chica argentina, Graft abrió su primera oficina a finales de los noventa en la ciudad de Los Ángeles, para posteriormente continuar su particular expansión con dos nuevas delegaciones: una en Berlín, y otra en Pekín. Este quinteto joven y entusiasta practica una arquitectura flexible y multidisciplinar. “Nuestros productos rechazan las limitaciones, las fronteras artificiales entre las disciplinas y los elementos, y proponen nuevas posibilidades creativas e innovadoras”. Según ellos mismos, el origen de su trabajo se encuentra en la mezcla “de alta y baja cultura, de filosofía, banalidad, cine y literatura”. Una combinación que tiene que ver con el hombre del estudio, graft, literalmente injerto, y que les permite moverse con comodidad en campos como el urbanismo, el diseño de producto, las instalaciones artísticas, los pabellones efímeros, la música, por supuesto la arquitectura… Y siempre, según sus palabras, “a la búsqueda de la felicidad”.

Esta visión atrevida y siempre funcional de las formas, los ha llevado a enfrentarse a proyectos tan atractivos como la Church Wünsdorf en Alemania, con la que Graft consigue trascender la arquitectura espectáculo en favor de una propuesta de iglesia abierta… en todos los sentidos. Cristal y aluminio para un edificio que potencia la idea de religiosidad como un concepto que aglutina y une, no que divide.

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Foto: Fang Zhenning

La arquitectura híbrida y fronteriza de Graft la vemos también en este dúplex (2007) ubicado en el Shoulu Huayan Towers de Pekín. Como en otros de sus trabajos, lo orgánico y una marcada inclinación por lo curvo son las claves de este apartamento organizado en torno a una especie de escultura blanca que sirve para diferenciar las diferentes áreas (cocina, habitaciones de invitados, baños…) y que culmina en la escalera; una escalera de trazo sinuoso que sobrepasa su propia funcionalidad, y que más allá de ser un espacio residual de tránsito, recupera algo del protagonismo estético e incluso escénico de las grandes escalinatas clásicas.

La habitación principal se localiza en la planta de arriba y cuenta con su propio baño, así como con un pequeño salón-biblioteca que conduce a la terraza. Abajo quedan los lugares comunes (cocina, salón, comedor, baños…), una oficina y dos habitaciones de tamaño variable. En realidad, esta primera planta es un espacio abierto, muy flexible, que lo conecta todo sin obstáculos. El apartamento, con forma de L, oculta con unos paneles móviles las dos habitaciones y sus correspondientes baños. Dichas paredes movibles permiten ampliar los dormitorios hasta hacerlos independientes del resto del domicilio. De este modo, la vivienda puede funcionar como un piso familiar para varios hijos, o como un gran loft con la oficina de trabajo incluida.

La amplitud de las zonas diáfanas y la capacidad para modificarlas son, por tanto, las dos referencias para entender este Beijing Chateau. Sin olvidar, por supuesto, la importancia de los ventanales que rodean toda la casa. Unos ventanales, que además, de rentabilizar la luz natural, ofrecen unas vistas sorprendentes sobre Pekín, la ciudad de la arquitectura espectáculo y centro del poder económico chino.

www.graftlab.com

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