Catapultado a la fama mundial tras diseñar la pirotecnia inaugural de los últimos Juegos Olímpicos, Cai Guo-Qiang llega al Guggenheim de Bilbao. Quiero creer mostrará hasta el 6 de septiembre el discurso poderoso y multidisciplinar de este activista de la explosión y la materia.
Cai Guo-Qiang es desde el año pasado uno de los creadores más conocidos de China. El espaldarazo de los Juegos Olímpicos ha dado gran popularidad a su trayectoria. Un universo donde el uso de la pólvora (algo tan ajeno al medio artístico) le ha ayudado a fraguar obras muy características y personales. Estos trabajos, tanto en dibujos como en series pirotécnicas, han ido evolucionado hacia instalaciones cada vez más complejas. Instalaciones con las que, utilizando la simbología de su país, Cai Guo-Qiang establece un juego dialéctico entre la cultura y la barbarie, la naturaleza y la artificialidad o lo local y lo global. Según el autor, el empleo de la pólvora en sus propuestas se debe a la “espontaneidad” que le otorga este producto y a “lo impredecible” de sus resultados. En contraposición al punto destructivo del explosivo, a Cai Guo-Qiang le interesa más su capacidad de transformación.
Residente en Nueva York desde hace trece años, los galardones que aglutina han ido respaldando su creciente prestigio. En 1996, por ejemplo, fue finalista de la I Edición del Premio Hugo Boss del Solomon R. Guggenheim Museum, que valora la innovación en las artes visuales. En 1999 ganó el León de Oro de la Bienal de Venecia. Y ya en 2007 recibió el VII Premio de Arte Hiroshima.
Nueva York-Bilbao
La retrospectiva, organizada por el ex director de la Fundación Guggenheim, Thomas Krens, fue presentada en la sede neoyorkina. En ella se planteaba la relación de los dibujos con los trabajos pirotécnicos y las instalaciones de mayor carga política. Después de convertirse en la segunda exposición más visitada en la historia del centro, Quiero creer ha viajado a Bilbao donde podrá visitarse hasta el mes de septiembre.
La muestra se divide en cuatro apartados. En el primero están incluidos los experimentos con pólvora. Usándola en lienzos blancos o sobre óleos, su detonación termina produciendo otros cuadros abstractos y fortuitos, aunque siempre conducidos por la mano del autor. La mezcla de pigmentos o papel carbonizado son denominados por el artista como “dibujos con pólvora”, y en ellos recoge y reactualiza la tradición milenaria china. A destacar por su fuerza obras como Las huellas de la historia o Movimiento fetal II: proyecto para extraterrestres. Un segundo apartado, Proyectos de explosión, se centra en las acciones de “destrucción creativa”: videos relativos a los grandes espectáculos con pólvora para los Juegos Olímpicos, así como otros montajes de estética afín.
Esculturas colgantes
En tercer lugar, las instalaciones. En ellas, y como parte del discurso ideológico de Cai Guo-Qiang, el paso del tiempo se ha convertido en tema importante y en uno de los ejes de dos de sus creaciones más inquietantes: Inoportuno y Patio de la recaudación de la renta de Bilbao. En el primero vemos los distintos momentos de la caída y explosión de un coche mediante ocho vehículos que, colgando en el atrio del museo, son atravesados por hilos de luz. Por su parte, Patio de la recaudación de la renta recrea un conjunto escultórico realizado en arcilla y en cuyo montaje han participado artesanos chinos y estudiantes locales de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco. La obra representa a campesinos sometidos por un terrateniente barbudo y por un grupo de capataces tiranos.
Proyectos sociales se centra en la crítica política y en la movilización social a través de la interacción con los visitantes. A destacar De frente: noventa y nueve lobos de tamaño real saltando contra una pared donde chocan sin compasión. Un tabique de cristal con la misma altura que el muro de Berlín. Turbador.
Cai Guo-Qiang llega a España envuelto en olor a pólvora. Fuego, contundencia y compromiso social son los soportes de este creador audaz y visionario. Un poeta de la materia que lleva el discurso del arte hacia la detonación y el estallido. Ya lo dijo John Giorno, hay que arder para brillar.