Hasta el 21 de septiembre, la galería Perrotin Paris presenta tres exposiciones de arte contemporáneo de tres artistas nacidos a principios de los ochenta. Un compendio de obras pictóricas que se distinguen por el uso del trazo, el empleo de pigmentos monocromáticos brillantes o la mezcla de pintura al óleo y serigrafía.
El significado del verde en el Lake Margrethe de Koak
Lake Margrethe es la segunda muestra individual de Koak (Míchigan, 1981) en la galería Perrotin Paris. Formada en el medio visual del cómic, la artista residente en San Francisco ha importado al campo de la pintura el poder comunicativo de la línea y el trazo; y es que la energía que emana de sus formas redondeadas y colores vitamínicos se percibe de inmediato. En varios de los cuadros expuestos, Koak evoca sus propios recuerdos y lazos familiares, representándolos con distintos grados de detalle y abstracción. Destacan, sobre todo, sus Retratos de ventana donde encarna a mujeres de su entorno en azul, rojo y verde.
Detrás de estos enigmáticos personajes y paisajes se esconde un tema que vincula, de manera compleja, dos historias aparentemente inconexas. La primera es la del lago que da título a la exhibición, y que remite a los veranos felices de la infancia que pasó allí con su familia. Antaño un paraíso, ese paraje del norte de Míchigan se encuentra ahora asolado por vertidos contaminantes procedentes de una base militar cercana. “Tengo recuerdos de mi infancia en Míchigan, donde el verde era el verde brillante de los árboles que rodeaban la cabaña de madera de mi abuelo y el de las aguas del lago Margrethe, en las que nos bañábamos todos los veranos, sin saber que estaban envenenadas”, explica la artista en la nota de prensa de la galería.
La segunda historia gira en torno al pigmento verde esmeralda: uno de los tonos estrella del siglo XIX, muy utilizado por los pintores del momento. Sin embargo, al igual que el lago, resultó ser muy tóxico, ya que se fabricaba a partir de un derivado del arsénico. Se cree que fue responsable de la grave diabetes que sufría Cézanne, de los problemas neurológicos de Van Gogh y de la disminución de la visión de Monet. De ahí el dualismo de la expo: recuerdos gloriosos empañados por la conciencia de la destrucción. “Me interesaba especialmente la capacidad de este color para captar, al mismo tiempo, el brillo de la vida y la enfermedad”.
La isla que no es una isla de Nick Goss
De tonos neutros y colores desvaídos —aderezadas con tímidas inserciones de serigrafía—, las pinturas de Nick Goss (1981, Reino Unido) crean lugares o recuerdos borrosos en los que el espacio y el tiempo son fugaces e insignificantes. A veces concebidas a partir de fotografías tomadas por el artista, sus imágenes inconexas expresan su fascinación por lo extraño, y obligan al espectador a aventurarse en la interpretación. Isle of Thanet es su primera presentación individual en París y en ella reúne once lienzos inspirados en este destino turístico. Actualmente, la isla de Thanet es una península de la parte más oriental del condado de Kent, Inglaterra. En su momento, estuvo separada del continente por el canal de Wantsum; y, aunque ya no se trata de una isla, los habitantes de dicha región siguen llamándola así.
Una proa de una lancha motora, una hoguera humeante, un encuadre que sitúa al espectador a bordo de una embarcación, el karaoke ficticio Three Parrots, multitudes apiñadas ante una aeronave… Estas escenas narran hechos sobre islotes, sobre barcos y aviones y sobre la gente que viaja en ellos. ¿Turistas o refugiados? ¿Cruceros de lujo o cayucos? A la poesía y fantasía de estas manifestaciones se suma la interpretación ambigua que Goss desliza desde el propio título.
El británico produce esta serie entre la figuración y la abstracción mediante pigmentos naturales y un emplasto —hidrosoluble tras el secado— que sigue el procedimiento clásico del temple. Combinando esta técnica con las de la pintura al óleo y la serigrafía, Goss reproduce la labor para plasmar un sinfín de referencias de otros cuadros, libros, artistas… Una multiplicación de fuentes y orígenes que se convierten en el eje de estas creaciones.
Las escenas oníricas e íntimas de Katherina Olschbaur
Entendida como “purgar el cuerpo aportándole más materia de la que pierde”, la expresión Sweet Expulsion es también el nombre de la primera gran muestra europea de Katherina Olschbaur (1983, Lago Constanza, Austria) en Francia, y su segunda en esta galería. Inspirándose en mitologías íntimas, técnicas del primer expresionismo abstracto y elementos autobiográficos, estas obras nos enseñan sucesos donde los sueños y los recuerdos se entrelazan en la figuración. En ellas predomina el monocromatismo o el degradado a raíz de una tonalidad concreta.
El lenguaje visual de la artista se sustenta en el tratamiento del color —de gran energía impulsiva y agresiva—, la forma y el tema. A menudo recurre a cuerpos y lugares desestructurados, tonos degradados y trazos gestuales de pigmentos brillantes. En estos lienzos apreciamos el protagonismo de personas, sitios y animales, suspendidos o inmóviles, en gamas vívidas. Olschbaur congela instantes de amor, deseo y placer en los que no faltan siluetas de mujeres semidesnudas, pájaros, una geisha o ángeles policéfalos.
Llama la atención que tres pintores relativamente jóvenes utilicen la pintura figurativa como medio de expresión creativa. Sobre todo, en un contexto contemporáneo —primer cuarto del siglo XXI— dominado por el videoarte, la instalación y la performance de exacerbado contenido político. En cualquier caso, se trata de tres exposiciones independientes, que conviven en una misma galería y que, sin quererlo, conforman un curioso cadáver exquisito pictórico.
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La Galerie Perrotin es una galería de arte contemporáneo fundada por Emmanuel Perrotin en 1990.