El viaje a la cocina de la empresa maderera Finsa. Los cañones de la industria resuenan en Milán. Es la batalla anual, la feria que muestra la artillería mundial en el sector del mueble. Allí todo el mundo grita por hacerse oír. Finsa lo hace un año más de manera encomiable. Su materia prima, la madera, ha sido transformada -como en cualquier cocina- por seis chefs en una lucha contra los fogones. Un paso al frente por mostrar su potencial y, en más ocasiones de las deseadas, el resultado experimental se arriesga a la incomprensión. Por eso se explica el proceso, para que, al menos, quede entendido por ese público saturado de eventos, novedades y kilómetros. Porque, indudablemente, Milán va de andar.
Seis creadores del colectivo neerlandés envisions han trabajado con la empresa gallega a la búsqueda de nuevas metodologías, nuevos resultados y nuevas posibilidades. Aglomerados tratados con pigmentos (Thomas Trum); melaminas trabajadas bajo estrategias artesanales (Aukje Fleur Janssen); combinaciones de contrachapados previamente decorados (Roos Gomperts); superpan, MDF y aglomerados convertidos en elementos decorativos (Simone Post); o recortados y conectados entre sí para crear un nuevo producto (Sanne Schuurman); y MDF intervenido para lograr nuevas vías estéticas (Elvis Wesley).
Con una visión holística del diseño, estos seis chefs libran su batalla contra la modernísima técnica que se hace insight, journeys y heurística del research. Eso es ahí fuera, donde los instagramers hacen post, tuits y retuits de platos que, quizás, no los alimentan. Es el giro millennial en la inmaterialidad del storytelling. El restaurante tiene el reto de cambiar de carta. La madurez de una generación z llega tras esta época de barbecho y design, donde lo que no es Nendo es maker, aunque siempre -de momento- será instagramer. Cocinemos el plato con la mejor materia.