James Kerwin ha puesto en marcha Uninhabited, un ensayo en el que recopila imágenes de ciudades fantasma invadidas por el paso del tiempo. En este proyecto, el fotógrafo británico irá visitando, durante cinco años, una serie de pueblos desolados para dar constancia de cómo la naturaleza engulle todo vestigio humano.
Uninhabited, la mirada de James Kerwin
¿Qué pasa cuando se desborda un reloj de arena? ¿Y si ese reloj de arena fue(ra) una casa? ¿O un poblado al completo? ¿Acaso mueren los colores, la luz que entraba por las ventanas cada mañana, los pequeños ruidos de sus habitaciones? Son preguntas que rápidamente pueden transformarse en vestigios de sí mismas, en algo apolillado, en abandonos perdidos, alejados de la mano de Dios… salvo que James Kerwin tenga su cámara a punto. Ese imperecedero desarrollo de la naturaleza, que no actúa por instantes, es lo que este fotógrafo inglés, que se autodefine como alguien que captura “interiores, reliquias y ruinas” está intentando preservar en su trabajo—aún en curso— Uninhabited.
Aún en curso porque su idea es que, tras comenzarlo en 2019, viva con él hasta 2024. Cinco años —tiene en cuenta que la pandemia del coronavirus ha frenado, está pausando y podría detener su obra— para retratar esos puntos del planeta que se han convertido en sus espectros, pero sin permitirnos saber los nombres de quienes los habitaron.
Un ensayo fotográfico lleno de historias
Este ensayo comenzó en febrero de 2019 en la ciudad fantasma de Kolmanskop, en el suroeste de Namibia, muy cerca de su costado atlántico. En cuatro días, Kerwin rescató para la eternidad puertas rotas, deslucidos papeles pintados de las paredes, pasillos inundados de dunas mientras iba conociendo la historia del Parque Nacional de Sperrgebiet, nombre puesto por los alemanes a toda una zona que explotaron por sus minas de diamantes.
De hecho, Kolmanskop y Elizabeth Bay son dos pueblos que se crearon ad hoc para los mineros, siendo dejados a su suerte hacia 1956, cuando ya no quedaban piedras preciosas, solo arena. Habían sido fundados en 1912, después de que cuatro años antes Zacharias Lewala encontrase un diamante allí. Su patrón, alemán, nunca le dio una recompensa por ello, a pesar de que ese enclave ocasionó casi el 12% de la producción mundial de diamantes: un millón de quilates al año.
Ciudades fantasmas
De ahí llegó a Kayaköy, en el sur de Turquía, localidad fantasma a menos de cinco kilómetros de uno de los destinos turísticos más occidentalizados del país otomano: Hisarönü. Ese concepto de contraste y gentrificación subyace en todo su proyecto, como ocurre en Al Madam, a 60 kilómetros de Dubái (Emiratos Árabes Unidos). Una ubicación devorada por el desierto que brindó a Kerwin la oportunidad de descubrir las condiciones que hicieron imposible a sus habitantes —la mayoría de la tribu Al Kutbi— aguantar apenas una década (entre 1970 y 1980). Después de esto, el alminar de su mezquita, que emerge del subsuelo, dejó de llamar a los fieles. En aquel territorio también tuvo la posibilidad de visitar Al Jazirah Al Hamra, que los buceadores que buscaban perlas abandonaron en 1930.
En todos esos parajes, James Kerwin ha rodado un videoblog para su canal de Youtube excepto en uno, Prípiat, en el área de exclusión de Chernóbil, al norte de Ucrania. En esa ciudad hay una noria que ya no gira y un colegio destartalado. Así se crean las ruinas, una arqueología primera. Lugares idóneos para responder a aquella pregunta: ¿Qué pasa cuando se desborda un reloj de arena? Ha pasado eso: el tiempo.
Si te interesa esta temática, en este enlace puedes consultar otros proyectos fotográficos