Selgascano, nlé, Studiokca y John Powers en la Trienal de Brujas
Cuando, a principios de los 80, Zygmunt Bauman definió la sociedad actual como líquida para hablar de su constante metamorfosis y su indefinición, no pensó en que Brujas se convirtiera en el paradigma de las ciudades contemporáneas cambiantes. Ni él, ni ninguno de los ocho millones de visitantes que llegan hasta aquí en busca de un viaje -literal- en el tiempo; hasta una localidad que ha hecho de su conservación a ultranza su principal atractivo. Sin embargo, desde que hace tres veranos esta capital decidiera pensar sobre su sino en el siglo XXI con la primera edición de su Trienal de arte y arquitectura contemporánea, se ha colocado en el escaparate del futuro partiendo de su pasado.
Si en la primera edición Brujas reflexionó sobre el devenir de las urbes, en esta ocasión se ha erigido como el espacio en el que se proponen las nuevas formas de interactuar entre ciudadanos y metrópolis. Por eso, uno de los proyectos estrella -por su fotogenia y su estructura de aspecto inflado- es el club de baño de los arquitectos españoles selgascano que flota en el canal Coupure. Su curiosa forma no es más que un juego de volúmenes que desafía las líneas rectas de las casas flamencas, mientras que su color obedece a una síntesis de los pantones de las fachadas gremiales. Pero, sobre todo, es un espacio de diversión, un lugar pensado para calentar a los bañistas con el calor del PVC antes de que se lancen, sin complejos, al canal.
Mientras que el estudio madrileño apuesta, de algún modo, por la irreverencia, el arquitecto nigeriano Kunlé Adeyemi ‘NLÉ’ muestra sobre las aguas del Lago del Amor su escuela flotante. La tercera versión del colegio de Makoko es una inteligente estructura, liviana, hecha con materiales baratos y completamente sostenible, lo que supone una solución inteligente para las construcciones del futuro. Por su parte, STUDIOKCA lleva hasta la icónica Jan Van Eyckplein su ballena Skyscraper elaborada con basura encontrada en el mar. Una forma incontestable de trasladar la crítica ecologista a los centros urbanos. Y por último, la obra de John Powers devuelve la ciudad a su historia, con una escultura enorme que imita el cuello del cisne y que homenajea a Lanchals, un noble al que los brujenses torturaron y cuya muerte fue vengada por Maximiliano de Austria, quien condenó a Brujas a cuidar de 52 ejemplares de estas aves.