El diseñador de moda Thom Browne sale igual vestido en casi todas las fotos, y no es una casualidad: tiene una pequeña obsesión con la uniformidad. A lo largo de su carrera ha considerado que la excelencia reside en los pequeños detalles que aportan un elemento distintivo.
Esta creencia no sólo la perpetúa a través de los cientos de trajes grises que ha concebido hasta el momento, sino también en la exposición Thom Browne Selects que presentó hace varios meses en el museo Cooper Hewitt de Nueva York, dentro de Select: un programa para que artistas viajen por sus archivos creativos y lleven a cabo una retrospectiva.
Para dar forma a esta instalación, Browne estuvo jugando con la idea de realizar una cena y recubrir todo de baldosas. Finalmente la colección de espejos del Cooper Hewitt le hizo replantearse lo que quería hacer. El resultado final consta de más de cincuenta cuadros y espejos, de entre 1710 y 1974, con un material, un tamaño y una forma diferentes. Y todo ello, sobre un llamativo papel reflectante de Osborne & Little. Para completar la intervención, se dispusieron en el espacio 56 pares de zapatos diseñador por Browne y fundidos en níquel, alineados perfectamente con una evocadora mesa de plata situada al fondo.
El resultado es una escenografía que parece inspirarse en los elementos repetitivos de Nendo o en el neobarroco de Marcel Wanders o Jaime Hayón. Una muestra que podrá visitarse hasta el mes de octubre y donde queda de manifiesto la sensibilidad teatral y recargada del modisto neoyorquino. |