Fundada en Terrassa en 1983, Teixidors es todo lo que una empresa debería ser en nuestro tiempo: un ejemplo de transparencia, de respeto por la procedencia de sus materiales y de calidad en sus productos. Ganadora del Premio Nacional de Artesanía 2008, Teixidors no solo elabora piezas de diseño textil, sino que confecciona historias llenas de belleza y conciencia medioambiental.
El largo camino hacia el compromiso ecológico
Todos los productos que conviven con nosotros cotidianamente deberían estar sometidos a múltiples preguntas; preguntas que ni siquiera nos hemos planteado por una fe ciega en que la mentira nunca se encontrará en el etiquetado. Pecamos de ingenuidad. Por eso, además de ser víctimas de un desarraigo cognitivo, cultural y medioambiental, parece que también lo somos de las profecías que T.S. Elliot iba mostrando en su gran libro: La tierra baldía (1922).
Un siglo después de aquellas imágenes en las que “el río suda petróleo y alquitrán”, ahora también almacena químicos altamente corrosivos procedentes del tintado excesivo de telas. Sin embargo, este artículo no pretende ser un panfleto activista contra una industria conocida por sus prácticas poco éticas. Si no, más bien, un canto de esperanza; porque sí, existen motivos por los que es mejor no perderla todavía.
Hay que entender que cuando se piensa en el sector textil no todo son grandes corporaciones con talleres clandestinos en países en vía de desarrollo. No todo son míseras condiciones de trabajo y poca transparencia empresarial. Esto se lo debemos a firmas que emprenden movidas por una vocación en torno al saber tradicional y al compromiso social y ecológico. A firmas que reivindican el uso de sus propios telares y aprecian la idiosincrasia del hecho a mano. A firmas como la catalana Teixidors.
Teixidors. Una historia tejida con las manos
Han pasado 41 años desde su nacimiento en Terrassa, pero su filosofía sigue siendo la misma: “Nuestro espíritu es recopilar la sabiduría textil acumulada a lo largo de más de un siglo para volver a ponerla en valor desde una perspectiva ecológica y comprometida”. Reformular lo que ya existe para adaptarlo a una realidad distinta —que demanda otras exigencias— es un signo de compromiso con el futuro de nuestro planeta.
Un hecho que nos hace comprender por qué ganó el Premio Nacional de Artesanía en 2008. Y es que en Teixidors se aprecia el valor por un oficio que es tan humano como el propio sapiens sapiens: somos el único ser que se viste o abriga y que concibe dicho acto como un ritual cíclico y necesario. El afán de la marca por recuperar los métodos de confección de antaño y de transmitir en sus tejidos un aura de tradición y contemporaneidad implica una vuelta a lo exclusivo, algo que se aleja de la temeraria dictadura del fast fashion.
Tejemos a mano, como los antiguos maestros. Nos inspira el sonido cálido y delicado de la madera, el ritmo pausado de los dedos entre los hilos, la música suave de los telares. Teixidors
Pero no solo eso: también se preocupan por trazar la historia de sus propias creaciones. Seamos honestos, ¿acaso sabemos quiénes están detrás de aquello que compramos o de cuántas manos han sido partícipes en la bufanda que adorna nuestro cuello? “Mucha gente no lo sabe, pero se trata de una historia invisible y maravillosa, un viaje fascinante y lleno de matices que va del esquilado de la lana hasta los últimos acabados de una pieza”, dicen desde Teixidors.
19 telares en su fábrica y la singularidad y confianza en cada uno de sus artesanos son suficientes para dar vida a colecciones textiles atemporales que buscan entrar en nuestra vida con un propósito: darnos una lección de trazabilidad, hacernos receptores de un proceso ancestral y enseñarnos a valorarlo. Sus resultados avalan su progreso, razón por la que se hallan en los mejores espacios y tiendas internacionales y colaboran con grandes diseñadores como Faye Toogood o John Pawson. El hecho de que exporten el 70% de su catálogo —desde complementos a mantas o elementos de decoración, como fundas de cojines— no implica cambios en su savoir faire, por eso mantienen con orgullo su lema “De Terrassa al mundo”.
Entre sus materias primas está la lana merina, lana de yak, cashmere y más fibras naturales como el lino. “Buscamos y seleccionamos fibras naturales de máxima calidad”, afirman. Pero, aparte de la calidad, lo que en Teixidors ponen de manifiesto es la preocupación por el origen de sus materiales: “Ahora, más que nunca, necesitamos un compromiso con el medioambiente. Nos gusta mantener una relación personal con los proveedores de toda la cadena de producción porque queremos conocer de primera mano el trato que reciben los animales y las condiciones de trabajo de las empresas con las que colaboramos”. Y ahí, en ese simple gesto, se halla la cúspide del cambio.
No sabemos cómo será el mundo dentro de 20 años, aunque las estadísticas no vaticinan nada bueno. La manufactura sigue siendo excesiva, la contaminación sigue creciendo y la tierra no deja de escupir los males que le inyectan. Intento pensar en aquello que escribía Eliot: “Hay aún fe, pero la fe y el amor y la esperanza están en la espera”. Y me gusta imaginarme que, si la industria textil se acercase a producir con la misma sensibilidad y el mismo respeto que Teixidors, toda esa esperanza con la que mirábamos nuestro futuro hace décadas pueda dejar de esperar y hacerse cierta.