Este apartamento en Madrid, diseñado por el estudio barcelonés de arquitectura TAKK, sigue su estilo radical en geometrías, materiales e imagen estimula a sus ocupantes a definir con libertad cómo quieren vivir en un entorno de practicidad doméstica. Para su reforma han planteado una distribución que no se corresponde con las tradicionales habitaciones y pasillos, sino con un gradiente climático: como una cebolla, cada estancia está más aislada térmicamente cuanto más en el interior de la casa se encuentra.
La sensualidad de TAKK
Hasta ahora, las obras del estudio de arquitectura barcelonés TAKK estaban muy marcadas por su carácter efímero: pop-up shops, exposiciones temporales o instalaciones en eventos artísticos. Eran inmediatamente reconocibles por un ornamento a varias leguas del delito que irritaba a Adolf Loos. Una decoración que sus creadores —Mireia Luzárraga y Alejandro Muiño— celebraban con exuberancia, sensualidad e inteligencia.
Era para ellos un modo de cuestionar espacios normativos o los vínculos de género en funcionalidades y diseños arquitectónicos. Su trabajo nos invita a establecer interacciones inéditas entre nuestros sentidos y las formas, los colores, el tacto y los olores del proyecto. A inventar nuevas fórmulas de habitar que, a la vez, nos ayuden a pensarnos a nosotros mismos.
Un apartamento en Madrid nada convencional
Este apartamento en Madrid, diseñado por el estudio barcelonés de arquitectura TAKK, sigue su estilo radical en geometrías, materiales e imagen estimula a sus ocupantes a definir con libertad cómo quieren vivir en un entorno de practicidad doméstica. Para su reforma han planteado una distribución que no se corresponde con las tradicionales habitaciones y pasillos, sino con un gradiente climático: como una cebolla, cada estancia está más aislada térmicamente cuanto más en el interior de la casa se encuentra.
Cuanto más cercana a la fachada, más frío o calor, según haga en el exterior. No hay lugares definidos por su empleo —dormitorio, comedor, salón…—, sino por sus características espaciales: luz, temperatura, materialidad… Liberando los aposentos de ligazones utilitarias, las estaciones señalan las migraciones hogareñas. Se puede dormir en diferentes zonas entre verano e invierno, y el salón se puede desplazar a lo largo del año por sitios dispares. Todo para disfrutar de manera distinta según la situación de cada momento. Un mecanismo lúdico en el que la experimentación juega un papel determinante.
Configurado por TAKK como un set de matrioskas, hay una casa de verano —de madera y corcho natural— más interna, más protegida; y a su alrededor, una casa de invierno de revestimiento cementoso habitada por plantas, aparatos sanitarios y vaporosas veladuras.
En la selección de elementos, su baja emisión de CO2 fue decisiva para contrarrestar la contaminación provocada por la demolición de toda la tabiquería existente. Todo ello, sin olvidar el montaje en seco, atornillado, que permitirá un futuro desmontaje y la eliminación del proyecto también con un muy bajo impacto medioambiental.