Creando un espacio incoloro con aires tecnológicos y materiales tradicionales, la empresa americana KITH decide ampliar horizontes a nivel internacional abriendo su primera sede en Tokio. Eso sí, lo hace de la mano de su incondicional estudio neoyorkino Snarkitekture para no perder ni un solo ápice de su esencia neoyorquina en la indomable capital nipona.
Una composición simétrica da la bienvenida al visitante, en la que se ha eliminado toda saturación y se ha sucumbido a una gama de grises y negros. Tras la fachada, una serie de planos de profundidad se suceden, guiando la mirada hacia el blanco que preside el fondo, transmitiendo la sensación de abandonar lo mundano y entrar a un lugar sacro. Este aspecto queda acentuado por la bóveda de cañón que cubre la entrada y que nos adentra de lleno en el mundo de tiendas KITH con un detalle que resultará familiar a los seguidores de la marca. Las clásicas réplicas de escayola de modelos históricos de zapatillas crean una matriz sobre el techo, elemento que caracteriza las tiendas de la firma y que, en este caso, toma la forma de la NIKE Air Force 1, la preferida de los japoneses.
Dominando una de las salas, se erige una gran estructura cilíndrica compartimentada y retroiluminada que, casi a modo de altar, recoge y nos muestra la colección de diseños que Ronnie Fieg, propietario de la tienda KITH, ha ido desarrollando a lo largo de esta década.
El espíritu urbano de la moda contrasta con la calidad de los recursos con los que Snarkitecture envuelve los interiores, que, aun siendo los protagonistas de este proyecto, plasman un lienzo continuo que permite resaltar las piezas de la marca. En una misma escala de grises se pueden identificar los mosaicos de Bisazza que visten los arcos, el mármol de Carrara dispuesto en espiga sobre suelos y paredes o el acero inoxidable que acentúa el contrapunto metálico y genera amplitud con su efecto espejo. Baña las dos plantas del establecimiento una luz blanca neutra, que refuerza la idea de uniformidad y atmósfera celestial.
Frente al minimalismo acromático del primer piso, el segundo ofrece una visión más colorida para acoger la colección infantil y juvenil, incorporando un punto de calidez y suavidad con una bancada central en terciopelo azul. La acompañan unos estantes cuadrados con fondos en tonos pastel que contrastan con el acero inoxidable que impera en la estancia. Además del tono, también se introduce un elemento fundamental: el KITH Treats Café, que resta seriedad al ambiente y nos devuelve al espíritu original y divertido que evocan las prendas.
El diálogo entre materiales lujosos como el mármol y la escayola de las esculturas, o la neutralidad de los espacios frente a lo colorido de los productos, se asemeja al equilibrio entre la opulencia americana y el pulcro detalle japonés, sentando las bases de una conquista internacional.
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