Es probable que quien posea una mínima educación visual perciba en Skalar -la instalación del alemán Christopher Bauder y el dj francés Kangding Ray– reminiscencias sutiles de Lazo de unión, la obra del ya clásico grabador holandés M.C. Escher. Hay dos razones de peso para ello. La primera, que la malla de espejos que sobrevuela al público y que refleja láseres, fosforescencias y entornos se convierte en una inmensidad de esferas por un diestro manejo de las luces. Esferas muy similares a las que flotan misteriosamente en aquella litografía de 1958.
La segunda, es que tanto la obra de Bauder como la de Escher están sustentadas por sólidos fundamentos matemáticos y geométricos. Incluso el trabajo del dj galo -una mezcla de mega-bass y samples más arriesgados de lo habitual- ha sido secuenciada como una suerte de partitura lumínica. De hecho, escalar (traducción castellana del título de la pieza) es un concepto matemático. Los escalares son los elementos que, en el campo de la física, definen la magnitud de los vectores.
Sin embargo, hay que añadir una tercera razón. Quien tenga interés en la música electrónica también descubrirá un nuevo destino de peregrinación. Porque el lugar escogido es Kraftwerk Berlin, una antigua central eléctrica abandonada, reciclada y convertida en epicentro cultural. Una nave de dimensiones espectaculares que un periodista definió muy agudamente como “la Tate Gallery de Londres, pero al estilo berlinés”.
La elección del espacio es un acierto, y también un cumplido para Christopher Bauder y Kangding Ray. Pues hay poca gente en este ancho mundo capaz de ver la belleza en la pura técnica. Y menos todavía con el don de convertir resabios industriales, infraestructuras post-comunistas y sonidos de maquinaria pesada en una forma de arte que irradia sofisticación y visión de futuro. Por fortuna, los alemanes nunca defraudan.