Empecemos por el final. Cuando lea este artículo, el estudio de arquitectura suizo fundado por Leopold Banchini y Daniel Zamarbide será ya extinto. Los dos socios han decidido seguir caminos separados. Las últimas acciones que compartieron fueron presentar Shelter en la última fiesta anual de la Federación de Arquitectos Suizos y, un mes más tarde, pasar por el campamento de migrantes de Calais (Francia) para luchar contra su desmantelamiento.
A primera vista, la relación entre una celebración que convoca a la flor y nata de la cultura suiza y visitar la famosa “jungla” europea parece un salto cuántico. Pero no podemos olvidar que Banchini y Zamarbide han desarrollado un verdadero discurso ideológico para “cimentar” en cualquier ámbito su arquitectura efímera e inflable.
Armar un pabellón hinchable y temporal con un propósito lúdico o expositivo no es una novedad. En el último trimestre de 2016, los españoles DOSIS montaron una gran burbuja transparente y amarilla en un parque de Londres; y los daneses de BIG, un armazón de bolas blancas en el festival de Roskilde. Eso sí, ambas eran diáfanas, ligeras y amables; todo lo contrario de la propuesta de Bureau A.
Shelter es un club nocturno inflable de PVC negro, con mobiliario, bar, pista de baile y consola para DJ. El ambiente resulta extraño con ese polímero oscuro envolviéndolo todo. Según los dos autores, Shelter es “el agujero negro de una sociedad limpia y bien organizada, y revela su potencial para el caos y la distorsión”. Según Banchini y Zamarbide “lo que está soterrado (underground) fascina y complementa el mundo higiénico y panóptico de lo que está en la superficie (over-ground).”
Cualquiera diría que tras una membrana hinchable, fácilmente desmontable y transportable, se invocarían las figuras del filósofo Bachelard como precursor de la investigación de los espacios inconscientes; de Paul Virilio y su pensamiento sobre las arquitecturas semienterradas; o los trabajos de Beatriz Colomina y la relación entre arquitectura moderna y enfermedades como claustrofobia, agorafobia o aversión a los gérmenes. Bajo todas estas influencias, Shelter pasa de ser un lugar de diversión a un espacio inquietante donde enfrentarnos a nuestros miedos más inconscientes y primarios. |
