“La moda pasa de moda, el estilo nunca”, sentenciaba Coco Chanel sin tener en cuenta el carácter efímero de la industria a la que pertenecía. Por eso resulta tan extraño que en 2012 queden profesiones como la que ha elegido Sebastian Tarek, un joven creador de zapatos a medida para caballeros. Australiano de nacimiento, Tarek tiene una personalidad singular. Con su barba y sus cabellos oscuros peinados a un lado, se encuentra a medio camino entre un Scott Matthew no atormentado y un monje entregado a una causa secular. Sorprende leer su biografía, pues proviene de una familia que vivió de la moda: su madre fue editora de una revista femenina australiana.
Sin embargo, la vocación le llegó con una película sobre la vida de Hans Christian Andersen interpretado por Danny Kaye. La cinta mostraba al narrador danés contando sus historias a los niños mientras fabricaba zapatos. El clásico de 1952 marcó definitivamente al joven Tarek que decidió apuntarse a clases nocturnas sobre calzado mientras terminaba el instituto. Luego llegaría el Cordwainers Technical College, hoy sección del London College of Fashion. Tras la graduación, volvió a Sidney y empezó su aprendizaje en el taller de un zapatero que realizaba piezas a medida. En su tierra también tuvo un negocio de creaciones para pasarelas antes de regresar a Londres y codearse con la élite del calzado a medida del West End.
Sus trabajos los suelen comprar músicos, artistas, galeristas… personas con alto poder adquisitivo y ganas de innovar en un ambiente tradicionalmente conservador. Un par de zapatos de Sebastian Tarek son como una inversión que dura en el tiempo. Para entender su estilo basta con remitirse al número especial de artesanía de la revista Wallpaper. Con este motivo, creó unos creepers con el logotipo de la publicación en forma de asterisco con cuentas cosidas. De hecho, el toque personal de Tarek es tal vez lo que lo convierte en diseñador, aunque él se reconozca solo como zapatero: “la creación está dictada por lo que puede o no puede hacer el pie”. Por eso, siempre parte de la morfología del cliente para elaborar piezas únicas donde lo más excitante, nos cuenta, es resolver el pliegue del dedo gordo. Algo que de entrada jamás hubiéramos pensado; una extrañeza que el propio Tarek confirma: “trabajar en un zapato a medida puede parecer cosa de frikis; es un poco como un deporte de chico raro, empollón y gafotas”. Pues si él lo dice, lo creeremos. Pero detrás de esta modestia, se encuentra la habilidad de un artesano, de un hombre que ha rechazado la industria y el negocio, en favor del trabajo hecho con las propias manos. “Sé que no voy a ser rico así, pero soy feliz haciendo lo que hago”.
Visita la web de Sebastian Tarek.