Estas ruinas que (no) ves son una promesa—Tabacalera Madrid hasta el 4 de abril— es una reflexión de Jorge Conde sobre las posibilidades que ofrece la cultura para resucitar un legado. Especialmente el de las construcciones que fueron pensadas únicamente para albergar labores ahora obsoletas. ¿Qué les ocurre a las fábricas que ya no tienen nada que fabricar?
La arquitectura industrial también es arquitectura
La magnitud de la industria a partir del siglo XIX requirió de una respuesta arquitectónica específica. Una solución tan vinculada a un proceso de producción, que estaba destinada a desaparecer en épocas de menos esplendor. Muchas de ellas se convirtieron incluso en un problema urbano al quedar absorbidas por el crecimiento de las grandes urbes. Un Silicon Valley decimonónico y molesto.
Esta decadencia se ha enfocado algunas veces como una oportunidad y en estas ocasiones la cultura ha jugado un papel protagonista. La simbiosis contenedor-actividad se convierte en el cuerpo y el alma del patrimonio.
Un diálogo de promesa en Tabacalera Madrid
Jorge Conde sitúa su punto de partida en esta conexión a través de un itinerario por distintas imágenes y grabaciones, sucedidas dentro de la antigua fábrica de tabacos madrileña. Se muestran ambientes exteriores de arquitectura industrial, interiores, time lapse o recorridos con una mirada que ayuda a entender la dimensión del éxito. La cultura acudiendo al rescate de una herencia que la economía no podía sostener.
La exhibición de aquitectura industrial se divide en dos partes. El concepto comienza por dosificarse en pequeñas cápsulas, inserto en recovecos del espacio expositivo. Avanzamos por proyecciones en las paredes de las duchas de tabacalera, de paneles colgados a diferentes alturas desde el techo, de salas oscuras con frases que escapan por el sumidero de los lavabos cuando se apaga la luz, hasta caminar en torno a una estructura tan industrial como la torre de Tatlin. La interacción con el edificio hace que el mensaje cobre más fuerza y que la propia Tabacalera nos hable desde las tripas.
En la segunda zona del trabajo, se recopila una batería de instantáneas —de instituciones de más de 60 enclaves europeos— expuestas en una estancia escoltada por dos grandes perspectivas que sirven de telón de fondo. El eye catcher nos hace creer que el viaje es posible, como si de alguna manera todas esas sedes estuviesen conectadas y pudiésemos desplazarnos entre ciudades por medio de su infraestructura industrial.
La ruina industrial. El futuro de la arquitectura industrial
Ni las ruinas son materiales ni las promesas son visibles, pero se perciben. El propósito de la exposición nos aleja del estereotipo industrial más mainstream del loft neoyorkino, pero rescata otro tipo de icono más interesante y más útil: la volatilidad de la economía frente a la solidez del pensamiento. Los monstruos se transforman en testigos del declive que probablemente también sufran nuestros centros logísticos más sofisticados. Fósiles vivos a pesar de la desaceleración económica. Arqueología contemporánea gracias a la actividad cultural.
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