Cuando dos creativos se atreven a jugar y a fusionar su forma de ver el mundo, el resultado se adivina altamente inspirador. A un lado del ring, el estudio de arquitectura Weijenberg. Del otro, el chef André Chiang. El escenario sobre el que intervenir, el restaurante Raw de Taipei. Y las referencias, The Study y The Library, recientes trabajos del equipo de arquitectos que llamaron la atención de Chiang. ¿El método? La osadía. Aquella que te permite retar a tu contrincante y desafiarlo para hacer de una idea, “la idea”.
El diseño del restaurante Raw parte de un concepto claro: el espacio es un escenario y su actor principal, la comida. Por eso todo lo que la rodea debía confluir en una estética íntima sin límites. Artesanos y carpinteros discutieron cada detalle del proyecto para el que se usó la más avanzada tecnología en cálculo de patrones y de cargas, además de precisar la cuestión puramente estética. La madera se convierte en el gran hilo conductor del local. Sus formas sinuosas huyen de la compartimentación y ensalzan la gran escultura central donde se esconden la barra y todo el nervio del restaurante.
Si nos alejamos un poco y miramos en perspectiva, se ve claramente el alto grado de equilibrio dentro del diseño. Chef y arquitectos han ido cediendo y haciendo crecer más y mejor el conjunto con cada decisión tomada. Un todo en el que la sensación del trabajo bien hecho trasciende los límites de la cocina. En Raw, la experiencia comienza con el discurso interiorista.