La Residencia Majara, realizada por el equipo iraní ZAV Architects, busca empoderar a la población de la isla de Ormuz. La concepción y materialización de este pueblo colorido confirma por qué Laura Huxley—la esposa del autor de Un mundo feliz— llamó con toda razón a Nader Khalili «el visionario práctico».
También de origen iraní, Khalili desarrolló desde comienzos de los años 70 una técnica constructiva y una filosofía, marcadamente inspirada por la espiritualidad del místico persa Rumi. En ella afirmaba una perspectiva sobre la arquitectura, el ser humano y la vida en comunidad que hoy se corrobora como la óptima dirección de avance hacia el futuro. Del mismo modo que el egipcio Hassan Fathy cuestionó en su momento que modernidad e industrialización fuesen sinónimo de “progreso” o Bernard Rudofsky hiciese algo similar desde Architecture without Architects; Khalili abogó por el empleo de materiales (tierra, agua, aire y fuego) y principios (arcos, bóvedas y cúpulas) atemporales, que proporcionaran una solución sostenible a la necesidad humana de cobijo.
El sentido de arquitectura trasciende así la idea de pieza artificial, ajena a la naturaleza y a lo humano como parte de esta. De esa manera, se esbozan nuevas formas de vínculo, no solo entre el individuo y lo construido, sino también entre la colectividad abrigada y reunida por un edificio. Este concepto es esencial en la ideología profesional de ZAV Architects, y constituye el nexo crucial de este proyecto, un complejo destinado a usos diversos. La finalidad es contribuir a una regeneración y mejora de las condiciones económicas y sociales de los residentes de la zona, haciendo que sirva como lazo entre ellos y los visitantes foráneos.
La propuesta está dentro de una serie de intervenciones que ZAV Architects está llevando a cabo para apoyar y dar mayor fuerza a la comunidad particular de la isla de Ormuz, con la aproximación de Khalili como referente. No solo en la utilización de la técnica del superadobe concebida por este, sino también en la voluntad de que el fin último de la arquitectura no sea establecer un objeto sino “confianza”. La aplicación de este método y la pequeña escala de cada módulo ha hecho posible que participen artesanos locales y también personas sin conocimientos de edificación. “Hoy todos ellos son constructores especializados en superadobe, como si Nader Khalili se hubiera multiplicado exponencialmente”, dicen desde el estudio.
La atemporalidad del planteamiento es el rasgo que justamente le confiere su absoluta contemporaneidad, aún más intensificada por la vitalidad cromática que alude a la topografía de la isla. Sus surrealistas y coloridos paisajes sugieren la impresión de que el suelo se ha hinchado y que de la tierra han emergido estas “partículas espaciales (es decir, cúpulas) para crear un espacio donde habitar”. La mayoría de son usadas como vivienda; otras albergan áreas comunes donde hacer la colada, manualidades, oración, etc. Además, también hay una cafetería y una oficina de información turística.
La Residencia Majara es una construcción de calidad y bajo costo, hecha con materiales y recursos humanos locales, que vincula los intereses de diferentes grupos sociales, culturales y económicos. Su estructura conforma un escenario adaptativo que puede responder a futuras necesidades. Todos estos son factores que ZAV Architects tiene en cuenta para garantizar un cambio social significativo. Algo fundamental para restituir la dignidad a los habitantes de a este importantísimo enclave turístico y político en Oriente Medio, que hoy tratan de subsistir mediante el contrabando ilegal.