“Trabajar con cartón es, en gran medida, como pintar”, dice Patrik Fredrikson. Al menos lo es la indagación en la naturaleza del material que este dúo sueco-británico presenta en Reformation, la última de sus muestras individuales en la galería de David Gill en Londres. Once propuestas realizadas con cartón, fundidos en bronce y pintados en blanco o negro, patinados o pulidos. Algunas se configuran más o menos como armarios, mesas bajas o altas; otras son superficies que se exponen sobre la pared, formando incluso un díptico, para las que sugieren un uso posible como sobre de mesa.
El tándem Fredrikson Stallard ha reunido cartones de embalajes de distintas texturas y gramajes, desde un expositor comercial de patatas fritas —“con su hermosa ondulación, casi como una capota de automóvil”— hasta cajas de los envíos asiáticos de FedEx, particularmente densas y bastas. Las han deconstruido, rasgado y superpuesto; las han pasado por laminadoras de metal y, finalmente —como se ha dicho más arriba—, las han fundido en bronce y pintado o patinado en un solo tono. Son collages en capas que afloran unas a través de otras, conservando sus texturas tras su alquímica transformación de cartón a metal, de blando a duro, de resto a pieza artística.
“Los materiales tienen cierta autonomía en el modo en que se mueven y forman. Aparecen configuraciones increíbles al margen de tu intención, pero aprendes a propiciar algunas formas y evitar otras, es como una coreografía”, afirma Ian Stallard. El proceso de prensado, en efecto, da lugar a deslizamientos e irregularidades imprevisibles, y la historia del uso de estos embalajes humildes deja también su fe de vida en el acabado pictórico final: la goma de las etiquetas, las grietas, las letras garabateadas o estarcidas. “Pero nunca forzamos un elemento para que haga algo que no quiere. Interactuamos con él de manera intuitiva, simbiótica. Así accedemos a su energía y sus capacidades físicas”, continúa Pratrik Fredrikson.
Fredrikson Stallard llevan quince años trabajando con un rigor poco usual en las intersecciones del objeto de arte y el objeto de uso, en ese umbral que habla sobre los materiales y su transformación, sobre el reciclaje y la belleza de lo efímero, a mitad de camino entre el volumen y las superficies densas y metafísicas de un Lucio Fontana. Y nunca habían alcanzado tal grado de suculenta exquisitez.