Nadie es el mismo después de diez años. Quizás exista, como en toda conversión, un rastro que nos una a nuestro yo de entonces. Sin embargo, pese a los estragos del tiempo en la apariencia, es internamente donde uno tiende a buscarse y no reconocerse. Hace una década, Benjamin Hubert creó Pod Chair para la firma De Vorm; y a pesar de que su forma siga siendo la misma, hay en ella un matiz distinto centrado en su color. Con 11 nuevos tonos, esta pieza adquiere una nueva dimensión más atrevida y personalizada para su inserción en cualquier ambiente. Un auténtico glow up en su estilo.
Pod Chair. Un clásico contemporáneo de De Vorm
Los sillones orejeros mantienen una tradición ligada al intimismo. Transmiten esa paz que sugiere tener un momento eterno dedicado a nosotros. No obstante, en su clásica proporción hay un desacierto: su pesado estatismo. Pod Chair de Benjamin Hubert rompe esa estética y la transforma en un elemento más flexible y liviano, ofreciendo privacidad en todos los rincones que se busquen. Aunque no fue sencillo deconstruir algo tan simbólico.
En esta colaboración del británico con el sello alemán, hubo un largo periodo de investigación hasta dar con el material idóneo: el fieltro PET. La estructura del objeto fue concebida gracias a la tecnología de un método de prensado 3D, que facilita transportar por separado la carcasa del marco. Además, a toda esta innovación se suma la inclusión de 11 nuevos colores que permiten múltiples combinaciones al gusto de los usuarios. “La flexibilidad siempre ha sido uno de los aspectos más importantes de nuestro éxito. Ahora la misma silla puede tener una función completamente diferente en un color diferente”, afirma el CEO de De Vorm.
Benjamin Hubert viene del futuro
Su línea y profundidad abrazan al sedente y lo aíslan de lo que le rodea. Como una bolsa amniótica en la que dejarse ir para acomodarse al encuentro del descanso, algo que ya había proyectado Eero Saarinen en su Womb Chair. Pero habita en este respaldo una declaración de intenciones, un mensaje oculto. Benjamin Hubert es un diseñador de futuro, un visionario del diseño. Lo vemos en su maestría para fusionar lo analógico con la cultura digital. No hay pretensión en sus productos, pues solo quiere crear un mundo mejor a través de su trabajo. Es por eso que resulta curiosa la aparición de Pod Chair hace una década y cómo sus características son tan óptimas para su uso específico en nuestro presente.
La redistribución de los entornos públicos y compartidos está en auge. Nada se mantendrá igual dentro de otros diez años, tampoco nosotros mismos. La arquitectura se adentra en el compromiso de plasmar espacios que velen por la seguridad de los ciudadanos, como confesó Francine Houben en una entrevista para ROOM. El sector del diseño también ha tomado conciencia, a veces incluso anteponiéndose a lo sucedido. Pod Chair fue una premonición. Igual que Ara Armchair de PerezOchando para Missana. El aislamiento y la protección de la silueta ideada por Hubert puede aventurar un nuevo mobiliario pospandémico. Un reflejo de una sociedad que no tiene más remedio que guardar secretos y también distancias.
En este enlace puedes ver un reportaje sobre Benjamin Hubert en el que repasamos toda su trayectoria