Con motivo del Madrid Design Festival, la marca suiza de relojes RADO muy unida al mundo del diseño, organizó un concurso con el fin de enaltecer y promover el diseño nacional e internacional. Con un jurado excepcional donde podemos encontrar a figuras como Oskar Zieta o Rosana Orlandi, muchos han sido los proyectos presentados a este certamen, y tuvimos la oportunidad de ver los 10 finalistas en el COAM.
Entre sus proyectos finalistas pudimos encontrar una silla de proporciones y formas geométricas, casi surrealistas. Hablamos de “Todo y nada”, de Celia Terrón. Una estructura que mediante un ingenioso cambio de perspectiva del espectador consigue centrar sus líneas componiendo una imagen mucho más reconocible, y a la que estamos acostumbrados para una silla.
Otro de los proyectos que encontramos son las “Mesas Buenaventura” de Jorge Garaje. Garaje intenta rescatar piezas de cerrajería remachada propias del paisaje urbano, para crear con ellas nuevos usos en mobiliario, alargando así la vida del producto y reutilizando sus materiales.
Uno de los proyectos con mayor carácter existencial es la lámpara “Ourboros” de Anne Guéno. Compuesta por piezas circulares de papel, hace alusión al tiempo infinito que el ser humano se esfuerza en cuantificar. Estas formas representan las pequeñas unidades que son los segundos y que se van añadiendo para crear minutos, horas, etc. A medida que vamos añadiendo estos elementos vamos formando una lámpara de aspecto orgánico que juega con la translucidez que deja la constante sobreexposición de dichos objetos.
Tras una larga deliberación y con un cúmulo de proyectos muy igualados, el jurado decidió premiar ex aequo los proyectos “The Chair” de Paula Muñoz, y “Kuria Table” de Pablo Vidiella.
En su trabajo, Paula Muñoz nos muestra una silla donde la función es lo único importante. “The Chair” se basa en las teorías de abstracción de Kandinsky y para conseguir una forma esencial, la diseñadora elimina todos los componentes que solo aportan valor estético al objeto.
“Kuria Table” es el homenaje personal que hace Pablo Vidiella a la madera como material vivo y perdurable. La mesa de largas proporciones simula un único plano contorsionado sobre sí mismo que se deforma hasta ponerse en contacto con el suelo. En su trazo, se obvian las patas convencionales, y todo se apoya únicamente sobre la punta en la que convergen varias aristas, buscando así un efecto visual de ligereza.
¿Que aportar a un objeto diseñado miles de veces por distintos perfiles, desde jóvenes estudiantes hasta grandes figuras del diseño y la arquitectura? ¿Cuánto más puede dar de sí una silla y una lámpara? Quizás el cambio necesario en el producto sea tan sutil que necesite de manos expertas en proporciones y detalles para llevarse acabo. Y una vez más veamos proyectos interesantes, junto a algunos algo manidos dentro del mundo estudiantil. ¿Será acaso un proceso necesario sobre el que partir cuando alguien nace como diseñador? Esperemos que las nuevas tecnologías provean a los jóvenes de técnicas de trabajo y prototipado capaces de abrirles el camino hacia un diseño de producto más actual. Y que una vez más los productos cumplan funciones y no estén ocupando espacio en las tarimas de las galerías.