Vuelve Cada Decor. De nuevo cinco semanas de interiorismo en una construcción señorial de principios de siglo XX. Vuelve Casa Decor 2018 y lo hace en febrero. Tres meses antes de lo habitual. En este febrero en el que Madrid ha estado a punto de estallar como una supernova: las pasarelas de moda, las ferias de arte y, por si fuera poco, el Madrid Design Festival en su primera edición. Conclusión: Madrid puede con todo.
Regresemos a Casa Decor. De nuevo, en un solo edificio una parte importante del interiorismo que se hace en este país. Desde propuestas clásicas, en su mayoría, (maximalistas incluso), hasta intervenciones inesperadas donde los diseñadores se han atrevido a elaborar otras formas de entender la escala de lo habitable.
Interesante la instalación con la que La Granja Design ha interpretado la idea de la casa para Kave Home. Como sorprendente ha sido la cueva geométrica y casi libeskindniana de Pepe Leal para Loewe. Sin llegar a esos extremos, Moisés Royo ha dado al baño de Geberit una ambientación misteriosa a través de una estructura lumínica hecha de estalactitas futuristas. Neones y guiños glam son las referencias con las que Katty Schiebeck también lleva el baño, en este caso de Laufen, a un territorio sutilmente artístico. Por su parte, y en colaboración con Sunbrella, Izaskun Chinchilla ha elaborado un paisajismo vertical (delicadamente artificioso) en el hueco de la escalera. La naturaleza reinventada también ha sido la clave con la que Silka Barrio ha concebido el auditorio.
Con unas estrategias menos arty, igualmente destaca el trabajo que Erico Navazo ha hecho con SICI. Un preciosismo milimétrico más propio de un orfebre que de un interiorista. Mónica Garrido ha recurrido a la sencillez visual para dar a las luminarias de LZF todo el protagonismo, y donde el suelo de Neolith acentúa esa atmósfera elegante y casi minimal. En una línea más clásica, Inmaculada Recio y Silvia Trigueros han trabajado con la última colección de la empresa Alvic en un hall donde reformulan el concepto del lujo. Y en este recorrido por el edificio es inevitable parar en el salón de Saint-Gobain hecho por Diego Rodríguez. Una ejecución aparentemente sencilla, pero tras la que se encuentra la sabiduría de quien consigue ocultar la complejidad, dominando el espacio y los objetos que lo habitan.