Diseño y sentido del humor no son algo que habitualmente vayan justos. Sobre todo cuando detrás de una forma inesperada hay una función que la justifica. El joven Paolo Cappello quería diseñar algo que diera forma a la música y a la vez tuviera otras utilidades más allá del sonido. Y así nació Caruso: un gabinete-bluetooth al que se le ha incorporado un altavoz de cerámica con forma de gramófono. Básicamente hablamos de una unidad de almacenamiento y una estructura de alta fidelidad. Desde Verona ha realizado esta combinación impensable de elementos: una simbiosis de materiales y conceptos que dice mucho del talento de Capello para conectar ideas de difícil conciliación.