El canto de un gallo atrapado en el tictac de un reloj. Este trabajo de Kiki van Eijk vuelve a sorprender por su simbolismo y su sofisticación. La diseñadora da forma a su idea con el metal. Del animal toma sus patas para apoyarla, y hace de su grito el mejor despertador. Graduada con reconocimiento en la Academia de Diseño de Eindhoven, dota a sus creaciones de un toque artesanal y delicado. Obras suaves que paradójicamente realiza con materias frías como la cerámica o el vidrio. Van Eijk se manifiesta como una joven Alicia en el país de las metáforas, pues toma como referencia lo doméstico y la figura femenina, materializando sus maravillas en la realidad diaria. A parte de diseñadora de mobiliario, es figura de referencia para importantes firmas de moda. Mujer, madre y artista, confiesa perderse en la granja que tiene por hogar. Y dice necesitar poco para ser feliz: tan sólo una infusión de luz e inspiración.