El proyecto busca repensar la vivienda social desde una lógica espacial que supere la dicotomía entre interior y exterior. Se articula un sistema de llenos y vacíos que construye atmósferas y relaciones, expandiendo la vivienda más allá de sus límites físicos e incorporando el espacio exterior como parte activa de la vida cotidiana. Este opera simultáneamente como soporte climático, lugar de interacción social y extensión programática.
Ubicado Almargen, el conjunto apuesta por una arquitectura integrada en su contexto, de alta eficiencia energética y totalmente industrializada.
El proyecto se inserta en una parcela de topografía pronunciada, con un desnivel de cuatro metros entre sus dos frentes principales y una geometría radial.
La disposición escalonada del conjunto permite aprovechar el desnivel del terreno: las viviendas de dos dormitorios se ubican en las cotas superiores, mientras que las de tres dormitorios, lo hacen en las inferiores.
La estrategia del tresbolillo opera como un dispositivo de regulación ambiental. Esta configuración permite dotar a cada unidad de espacios exteriores vinculados —patios, terrazas y umbrales— que actúan como colchones térmicos y espacios de transición.
Los patios, dispuestos de forma adyacente entre viviendas contiguas, conforman vacíos de mayor escala que maximizan el soleamiento y posibilitan ventilación cruzada.