El ejercicio estaba predefinido: un lote regular, con distribución en forma de L, defendido por dos plantas al norte, generando un patio soleado. Habría que darle materialidad y robustez, resolver los importantes desniveles con los solares vecinos y, fundamentalmente, establecer una relación armoniosa con la calle, contradiciendo la idea de que sólo los grandes muros, que lo ocultan todo, garantizan la privacidad.
A poca distancia de la línea de metro de Porto (Portugal), encontramos un suburbio donde el pasado y el presente se entrelazan. En esta región conviven centralidades ancestrales con fraccionamientos recientes, cuyos proyectos, muchas veces anónimos en su diseño, favorecen la construcción de viviendas unifamiliares. Aún siendo un territorio expectante, sorprendentemente los campos agrícolas sobreviven, resistiendo las transformaciones urbanas que poco a poco configuran el paisaje que los rodea.
El ejercicio estaba predefinido: un lote regular, con distribución en forma de L, defendido por dos plantas al norte, generando un patio soleado. Habría que darle materialidad y robustez, resolver los importantes desniveles con los solares vecinos y, fundamentalmente, establecer una relación armoniosa con la calle, contradiciendo la idea de que sólo los grandes muros, que lo ocultan todo, garantizan la privacidad.
Así, al mismo tiempo que toda la casa se abre al patio, con grandes vanos en relación directa con el exterior, imperceptibles desde la calle, se expone a la comunidad con una barandilla que limita, pero no oculta, su presencia.
El granito, piedra típica de la región, aparece en todos los pisos y rodea la casa, extendiendo su diseño a través de las macetas y algunos elementos como los bancos y la piscina. Como si la casa surgiera del suelo, el ladrillo negro visto, por un lado defensivo y por el otro expresivo, acentúa su solidez.
Todos los alzados cuentan con aperturas específicas, estratégicamente orientadas al paisaje. Sin embargo, los huecos hacia el sur sirven de fachada, siempre protegida de la exposición solar. Estos espacios incluyen espacios intermedios que no son completamente interiores ni exteriores, como los balcones de las habitaciones de la planta superior, garantizando confort y privacidad.
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A short distance from Porto’s metro line, we find a periphery where the past and present intertwine. In this region, ancient centers coexist with recent housing developments, whose designs, often anonymous, prioritize the construction of single-family homes. Still a waiting territory, surprisingly, agricultural fields persist, resisting the urban transformations that slowly shape the surrounding landscape.
The exercise was pre-defined: a regular plot with an L-shaped layout, protected by two floors to the north, creating a sunny courtyard. It would be necessary to give it materiality and robustness, resolve the significant differences in levels with the neighboring plots, and fundamentally establish a harmonious relationship with the street, countering the idea that only large walls, which hide everything, guarantee privacy.
Thus, while the entire house opens up to the courtyard with large openings directly connected to the outside, imperceptible from the street, it exposes itself to the community with a railing that limits but does not conceal its presence.
Granite, a typical stone of the region, appears in all the pavements and surrounds the house, extending its design through the planters and some elements like benches and the pool. As if the house emerged from the ground, the black exposed brick, both defensive and expressive, emphasizes its solidity.
All facades have strategic openings, aimed towards the landscape. However, the south-facing openings are treated as the main facade, always protected from solar exposure. These openings include intermediate spaces that are neither fully interior nor exterior, like the balconies of the upper-floor bedrooms, ensuring comfort and privacy.
- Estudio
- M2 Senos