Si lo pensamos con detenimiento, los mayores avances en el desarrollo de la humanidad, parten de la iniciativa de personas pertenecientes al colectivo de la diversidad funcional, que impulsados por su afán de superación, aportan soluciones geniales a problemas complejos. Por ejemplo, el sistema de lectura y escritura para la discapacidad visual, de Lois Braille o Wanda Díaz-Merced, doctora en astrofísica y ciega desde su juventud, que trabaja en el Observatorio Astronómico de Sudáfrica donde “escucha a las estrellas” mediante un proceso denominado “sonificación”.
Hable usted más alto. Chema Rodríguez, el artista de la lluvia.
Rubén Serrano, historiador del arte y comisario independiente.
Cuando el río suena, agua lleva. En condiciones habituales, claro, pero resulta un poco más difícil cuando se padece una deficiencia auditiva. Es el caso del artista, que plantea su obra desde la transformación de la anécdota en categoría, al conseguir transportar su manera personal de percibir el sonido a sus obras de arte, ayudándose de la vibración y de la imagen, es decir, de una escucha sinestésica. Si lo pensamos con detenimiento, los mayores avances en el desarrollo de la humanidad, parten de la iniciativa de personas pertenecientes al colectivo de la diversidad funcional, que
impulsados por su afán de superación, aportan soluciones geniales a problemas complejos. Por ejemplo, el sistema de lectura y escritura para la discapacidad visual, de Lois Braille o Wanda Díaz-Merced, doctora en astrofísica y ciega desde su juventud, que trabaja en el Observatorio Astronómico de Sudáfrica donde “escucha a las estrellas” mediante un proceso denominado “sonificación”.
Todo ello está relacionado con el estímulo creativo, ante la necesidad de contar de un modo poético su forma de estar en el mundo. De esta manera se presenta ST (Estados de la lluvia), una obra compuesta por una serie de piezas realizadas en papel Wenzhou, fabricado a partir de fibras de arroz, extremadamente ligero y poroso. Este papel es tratado previamente con una mezcla de pigmentos no grasos, producida exclusivamente para este material, al tener en cuenta su resistencia al agua. Una vez preparado, el papel se expone a la caída de la lluvia y este reacciona al líquido elemento manchando la superficie y dando lugar a una composición abstracta que parte de la principal fuerza creadora: la naturaleza.
La obra fue presentada en el marco de Hybrid Art Fair, junto al proyecto Displaced 2023 comisariado por DiGood Collection. La exposición estaba localizada en el Hotel Petit Palace Santa Bárbara (Madrid), antiguo palacio de los Marqueses de Quintanar, entre los barrios de Chueca y Malasaña. Tiene que ver con una apuesta por la creación de un espacio disruptivo en un entorno especial, donde las instalaciones del edificio configuran las diferentes muestras seleccionadas. En este contexto, las habitaciones se convirtieron en pequeñas galerías, contenedoras de múltiples visiones y experiencias. De manera concreta, Chema Rodríguez instaló su propuesta en las escaleras del hotel, donde los papeles se desplegaron y recibieron a los asistentes que pudieron observar como su presencia dominaba un recorrido en espiral durante la visita. Por tanto, en esta presentación conviven dos conceptos totalmente determinantes: lo cíclico y la descontextualización.
Primeramente se tiene en cuenta la reflexión sobre el proceso de producción que se caracteriza por una poética circular que realiza una transición completa y finita entre la materia, las sensaciones y los agentes naturales. Las piezas aparecen sujetas por la parte superior y sueltas en su parte inferior, a modo de tapiz, moviéndose a voluntad de las corrientes de aire, que propician una experiencia sensorial que se asemeja al sonido de la lluvia al golpear algunos tejados de chapa metálica.
A su vez, el cultivo de los arrozales en territorio asiático necesita de una gran cantidad de agua hasta la culminación de su etapa madura, para conseguir extraer las fibras de arroz en la fabricación del papel Wenzhou. El éxito de su consecución dependerá estrictamente de la frecuencia de las precipitaciones. Por otro lado, la idea que subyace a la huella del agua sobre el papel pigmentado es la del paralelismo entre la asimilación de la lectura de un pentagrama musical. Esto es así, porque se relaciona con el mecanismo de asociación del intérprete al sonido de las notas, que están unidas a la imagen. Del mismo modo concibe el autor el sonido de la lluvia, identificando la intensidad del mismo a través del tamaño de las¡ gotas, puesto que su pérdida de audición fue progresiva, desde la infancia, por lo que permanece el recuerdo de la escucha y se pone fin al itinerario circular de la obra.
Las prácticas artísticas contemporáneas se manifiestan de manera heterogénea y en esta ocasión se expresan fuera del espacio normativo relativo a las instituciones museísticas. En suma, la obra de Chema Rodríguez se encuentra en eso que la artista y antropóloga Gloria. Posada denomina la “caja negra” en contraposición al “cubo blanco”. Se entiende el primero como la referencia a un tipo de arte que se plantea en contextos “reales”, lejos del “ambiente protegido y controlable de la galería, exponiéndose a los imprevistos y a las reacciones del público” 1 , que desplaza la neutralidad y anestesia de los espacios del “cubo blanco”, cuya intencionalidad es que “nada compita con la expresión e interpretación de la obra de arte ”.
Todo ello nos lleva a la relación del artista con su entorno más cercano, en el que se presenta como una voz crítica, al establecer discursos y relatos que recogen los códigos del espectro social. En esta coyuntura se deben entender trabajos como Sundow y Sujetos individuales y concretos, desde una óptica de generación de intercambios culturales y políticos. En Sundow, a través de una imagen desoladora, constituida por una instalación de troncos procedentes de la tala indiscriminada, intervenidos con sombrillas de playa, la necesidad de proteger nuestra herencia natural y paisajística. Se hace referencia a las islas de calor, cada vez más abundantes en las ciudades, desprovistas de sombra vegetal y cómo esto afecta al calentamiento global, además de producir un efecto terrible para la salud mental, sobre todo en aquellas personas susceptibles de sufrir trastornos depresivos o de ansiedad. Además, se alude a la conexión que tiene el cuidado de las zonas verdes con la creación de una responsabilidad comunitaria.
En Sujetos individuales y concretos, el autor expone implícitamente una revisión y descontextualización de la teoría de la sustancia de Aristóteles en síntesis con una realidad cambiante y vertiginosa que nos conduce sin remedio a la histeria. Se trata de una serie de cuatro piezas/concepto pertenecientes al ámbito de su proyecto Ousía donde se explicita el trayecto de un caracol a través de papeles pigmentados y sin pigmentar, creando una narración visual azarosa. Tiene que ver con el entendimiento del objeto artístico en conjunto con la complejidad de las sensaciones, las transformaciones y la coexistencia del ser y existir. Se atiende a la consideración de que las cualidades no son elementos de la conciencia sino propiedades del objeto.
Está estrechamente relacionado con el accidente, es decir, el rastro o memoria, la persecución de la huella y la modificación, aspecto que impulsa la generación de nuevos códigos de información. En consecuencia, se interpreta el caracol como una latente individualidad y su tránsito en lentitud como una necesidad imperante de desaceleración, hasta la fragilidad del papel, que se equipara a los escenarios sociales que recorremos en un delirio consuetudinario.
- Estudio
- Chema Rodríguez