Ático en Barcelona en un edificio construido en 1940 en la parte alta de la ciudad condal
Esta maravillosa vivienda tiene una orientación nordeste para la zona de noche y suroeste para el salón y el comedor. Es un piso de grandes dimensiones muy bien construido y con una distribución muy adecuada para el nuevo uso que se le quería dar. Había sido durante años el piso de un cónsul y disponía de grandes trabajos de yesería en las zonas nobles y en el dormitorio principal.
La distribución se ha mantenido prácticamente intacta. La situación post pandemia nos animó a prescindir de parte del gran salón para ampliar la terraza existente. El espacio dedicado a biblioteca se ha unido visualmente a un pasillo de comunicación entre zona de día y zona de noche, haciendo que esta habitación esté protegida del ruido sin dejar de ser participe de la actividad familiar. Además, acoge una colección de piezas egipcias de las que se puede disfrutar más a menudo que si estuvieran en una habitación cerrada.
El espacio cocina-office-lavandería se ha modificado totalmente para poder adecuarlo a la forma de vida de la familia. Un apeo para aumentar la relación visual entre cocina y comedor ha determinado la intervención. Un reto ha sido ubicar nuevas instalaciones sin perjudicar los elementos decorativos preexistentes como las molduras y los numerosos trabajos de yesería.
En la zona noble, comedor, salón y biblioteca, hemos introducido la madera de roble ahumada para contrastar con los materiales preexistentes, el parqué de roble natural y la yesería en blanco. Para el arrimadero del comedor y los nuevos armarios, del pasillo y del vestidor, hemos utilizado un tablero texturizado pintado para mantener un diálogo con las preexistencias clásicas, pero con una mirada contemporánea.
En la cocina se fusionan ambos recursos; la madera ahumada para la zona de desayunador como referencia a las zonas nobles de la casa y el tablero texturizado en la zona de cocción. En el baño principal, hemos introducido un tercer material: el mármol de carrara. Los tejidos escogidos han sido el algodón en tonos rosados para las habitaciones de las hijas; el lino y la lana en tonos blancos y neutros para el dormitorio principal y el color camel para el gran sofá del salón.
- Estudio
- Isabel Lopez Vilalta