El bikini de Ursula Andress y el flequillo de Sean Connery eran el mayor reclamo de la película James Bond contra el Dr. No, la primera entrega cinematográfica de la saga creada por Ian Fleming. La cinta dejaba además un sitio al malvado Ernst Stavro Blofeld, miembro de la organización SPECTRE. Sus espectaculares guaridas escondidas bajo océanos, montañas o cualquier lugar remoto de difícil acceso, estaban a prueba de bomba nuclear. Corrían los años sesenta y con sólo pensar en un posible conflicto entre las dos grandes potencias de la época, Estados Unidos y la Unión Soviética, se desataba un pánico que llevó a edificar refugios y preparar maniobras de evasión.
De aquella época es este albergue antiatómico bajo el parque Vita Berg de Estocolmo. Una construcción entre rocas de granito que rediseñó en 2008 el estudio Albert-France Lanord Architects para la empresa Banhohf, proveedor de hosting a clientes tales como Wikileaks.
El lugar no da sensación de agobio pues cuenta con una superficie de 1.200 m2 repartidos en una nave central y cuatro alas salidas de un mismo núcleo. Y todo a treinta metros bajo tierra en un espacio concebido en la misma roca; una roca que en el proyecto fue considerada como un organismo vivo y no como un material de construcción. Los seres humanos son los que tratan de aclimatarse a la piedra mediante recursos como la luz, las plantas, el agua o la tecnología. Por ejemplo, la iluminación es el soporte artificial que se ha tratado con el mayor cuidado, pues resulta fundamental a la hora de recrear las variaciones producidas por el paso del tiempo en un área totalmente cerrada. La otra característica de este antiguo búnker es que ninguna de las estancias cuenta con una pared recta. De hecho, según el estudio, “la sala central no está limitada por superficies, sino que está definida por el vacío dentro de la masa”. En la sala acristalada y suspendida o en la zona de las máquinas de ventilación, todo tiene un aire de ciencia ficción resaltado por algunos detalles como las sillas One de Konstantin Grcic.
Es curioso ver cómo dos acontecimientos recientes han puesto en la palestra esta obra de Albert France-Lanord. Primero, por el terremoto político desencadenado por Julian Assange, cabeza visible de Wikileaks, y la difusión de información clasificada. Segundo, porque el tsunami de Japón y el justificado pánico nuclear han vuelto a poner de actualidad las medidas que se tomaron varias décadas atrás. No sabemos si la propuesta de Albert France-Lanord Architects es programática del futuro que nos espera, pero resulta llamativa la coincidencia.