En el cine de Almodóvar, una cortina puede ser un telón de fondo, un sofá puede guardar un secreto y el color —rojo, fucsia, verde ácido— puede transformarse en argumento. Y ahora, ese universo de deseo y exceso se hace tangible en forma de muebles de autor con la última colaboración de Pedro Almodóvar y Rossy de Palma junto a Roche Bobois.
El cromatismo de Pedro Almodóvar
“No he conocido nunca a nadie que haya amado tanto como yo los colores primarios”, confiesa Pedro Almodóvar. En su cine, el Technicolor se eleva a modo de señal, dando también forma a sus guiones: el rojo se conjuga con la rabia, el rosa con la ternura y el azul con la memoria. Los detalles de sus planos revelan aspectos en torno a personajes —un suelo ajedrezado puede simbolizar el desorden mental de una heroína— o estados del alma —una pared turquesa puede ser sinónimo de liberación—. Mientras tanto, sus casas se vuelven mundos donde el mobiliario tienen voz propia; templos del exceso sentimental donde el diseño es, sin duda, cómplice del drama.
Mujeres al borde de un ataque de nervios, Todo sobre mi madre o La habitación de al lado —entre otras—, son algunas de las películas en las que Almodóvar inserta muebles curvos, tapicerías setenteras, luces de neón y butacas que parecen salidas de un sueño que mezcla lo castizo con lo Memphis. Y derivado de ese contexto, era de esperar como consecuencia lógica que Pedro Almodóvar también se atreviese a idear una colección propia, en este caso junto a Roche Bobois. Su cine pedía un spin-off tangible, y con Cromática por fin lo tiene.
Almodóvar ha firmado un catálogo de piezas, en colaboración con la marca francesa y la incombustible Rossy de Palma —musa y aliada creativa del manchego—, que parecen recién salidas de los créditos de sus filmes. Una serie escénica que incluye cojines bordados con nombres como Taconcito, Mirada o Attache-moi; alfombras que reproducen el patrón del visor de una cámara; mesas que llevan sus lienzos; y un sofá modular bautizado como El Deseo —igual que su productora— con carteles de sus obras más míticas.
Roche Bobois: una firma con carácter
La alianza entre Roche Bobois y Pedro Almodóvar estaba destinada a suceder por ese juego común con el que cruzan la frontera entre diseño y teatralidad. Desde los años 70, la vinculación de la firma francesa con diseñadores y artistas ha derivado en que sus objetos trasciendan lo utilitario, generando una narrativa formal de siluetas atrevidas y cromatismos. Y si hay alguien que sabe contar historias a través del color, ese es Almodóvar. Por ello el mítico sofá Bubble de Roche Bobois, redondo y voluptuoso como un personaje de Kika, ahora se viste con nuevos tonos seleccionados por el cineasta.
Por su parte, las mesas Pedro reproducen imágenes suyas y recuerdan que la vanidad también puede ser una virtud decorativa. Mientras tanto, Rossy de Palma ha diseñado tocadores con ojos como espejos, jarrones que parecen abanicos flamencos y lámparas inspiradas en peinetas: objetos que podrían habitar perfectamente un plano detalle de Tacones lejanos. Una estética exuberante, daliniana y libre de complejos. Un caos coreografiado, lleno de referencias pop, sentido del humor y mucha puesta en escena.
Roche Bobois ha querido traducir en Cromática la visión de una mirada muy peculiar. Como un decorado sin película donde aún resuenan las voces de Penélope Cruz, Carmen Maura o Verónica Forqué. Una expansión del universo almodovariano, donde el color lo cura todo y, ahora, también lo amuebla.
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