Zaha Hadid fue una de las grandes figuras carismáticas de nuestra época que 2016 decidió llevarse abruptamente. Quizá sea su prematura desaparición la que confiere un particular carácter de testamento a este proyecto para las oficinas portuarias de Amberes. De hecho, pueden reconocerse en él muchos de los rasgos de osadía que vibraban en sus primeras visiones arquitectónicas y que hicieron de ella una figura de culto mucho antes de levantar sus primeros edificios.
Como un reverso de la star-architect, cuyas construcciones a gran escala y declaraciones acostumbraban a ir acompañados de controversias, su trabajo de reconversión de esta antigua estación de bomberos en sede de los empleados del puerto de la ciudad belga, es una afirmación de su capacidad para articular un diálogo entre la exuberancia formal de su arquitectura y la moderación de la estructura original, réplica de una antigua residencia hanseática del siglo XVI.
La pieza crucial de la intervención es el volumen acristalado, ubicado como flotando sobre el antiguo edificio, para así evitar anular una de sus fachadas, y donde destaca la atractiva yuxtaposición entre la afilada fachada sur y la superficie ondulante de la norte. Formada por facetas triangulares transparentes, entre las que se alternan algunas opacas a fin de asegurar una penetración óptima de luz solar en el interior, la mole genera una superficie cuya materialidad alude a la proa de un navío, al agua y las olas, así como al hecho de que Amberes fue conocida antaño como ‘ciudad de los diamantes’.
Estas oficinas evocan otras obras de la arquitecta, como el Centro de Ciencias Phaeno o la Biblioteca de la Facultad de Economía de Viena; y están dotadas de la intensa impresión de fluidez y firmeza que logró alcanzar en la Pista de Salto en Bergisel o la estación de bomberos en el campus Vitra. Digna presencia para el segundo puerto marítimo en importancia de Europa, este trabajo sintetiza la historia y la radicalidad contemporánea, irrepetible y única de Hadid.