Desde su inicio en el año 2008, la Bienal Iberoamericana de de Diseño (BID) se ha convertido en un gran encuentro internacional que cada dos años exhibe, analiza y estudia lo que está ocurriendo en el ámbito del diseño a ambos lados del Atlántico. Un laboratorio que testa de qué modo evoluciona el diseño hecho en España, Portugal y Latinoamérica, en un momento en que la cultura local y las tendencias globales se encuentran en modo hipervínculo.
En sus itinerancias por distintas geografías internacionales, la BID ha llegado a Lisboa y lo ha hecho bajo el paraguas del MUDE, el Museo del Diseño y la Moda de la capital portuguesa. Con el nombre de Novo Mondo y dentro del marco de la Capitalidad Cultura Iberoamericana de Lisboa, la muestra es una reinterpretación de las hasta ahora 5 ediciones de la Bienal, y se ha ubicado en el Palacio de los Condes da Calheta, en la zona de Belem: un edificio histórico perfecto para dar a conocer una exposición que conecta culturas, materiales, idiomas, técnicas y países. Para Manuel Estrada, presidente de la BID y Gloria Escribano, su coordinadora, este traspasar fronteras es no sólo una consolidación del proyecto, sino la posibilidad contrastar ideas y propuestas: la manera de manifestar que hay una línea de pensamiento que puede releerse constantemente y que se mantiene en el tiempo.
Moda, gráfica, producto… Novo Mundo investiga una identidad iberoamericana en el campo de estas disciplinas. Para ello, Bárbara Coutinho, comisaria de la muestra y directora del MUDE, ha desarrollado distintas líneas argumentales con las que reflexionar también “sobre la capacidad real del diseño para ser un agente transformador de la sociedad y del hombre”. Desde piezas que rescatan y actualizan técnicas artesanales, a creaciones que se elaboran con miradas multimedia o las más avanzadas tecnologías. Desde proyectos que abordan necesidades reales de la vida doméstica, a propuestas que se enfrenta a “temas más complejos como como la migración, la violencia urbana, la falta de vivienda, el analfabetismo o la creación de nuevas fronteras”. Y todo ello, definido a través de un concepto fundamental para la comisaria: la ética del diseñador.
La elección del nombre, Novo Mundo, ha sido una decisión arriesgada y polémica. Un sintagma que podría entenderse desde la órbita del eurocentrismo, pero que quiere precisamente acabar con ese antagonismo anacrónico de nuevo/viejo mundo. Y para conseguirlo se han reunido trabajos de casi 200 diseñadores de 23 países, entre los 2.000 que participaron en las distintas ediciones de la BID a lo largo de estos 10 años, con los que reformular viejos conceptos y hablar de cohesión social, sostenibilidad y desarrollo humano en un momento en que la globalidad, no lo olvidemos, es el nuevo canon.