Madrid, mes de agosto. En un edificio en obras de la calle Olivar se celebra NODO, una exposición de diseño con siete participantes y una duración de tan solo dos días. Una masa de calor abrasador cubre la meseta central, la falta de turistas y la COVID-19 han hecho el resto para que la ciudad parezca prácticamente desierta este verano. El fresco y la falta de luz propios de lugares en construcción genera el ambiente perfecto para una exposición que podríamos considerar, de tan efímera, casi clandestina.
La nota de prensa señala el material de construcción como deshecho y punto de partida, y la oscuridad como un medio para descubrir el espacio. Esta propuesta de comisariado se traduce en siete luminarias que, más que iluminar, interpretan la propia penumbra.
Lucas Muñoz, Stef Fusani, Claudia Paredes, Carlota Gallo, Joel Blanco (colaborador de ROOM Diseño), Inés Sistiaga y Raquel Quevedo ―todos ellos nombres que resuenan―, trayectorias en ciernes que poco a poco se sacuden de encima el apelativo de “joven promesa”. Probablemente estemos ante lo más experimental de la escena del diseño patrio, en los márgenes de una industria poco acostumbrada a los ejercicios conceptuales. Tres de los integrantes del grupo se graduaron en la Design Academy, otros dos de ellos pondrán rumbo allí este curso. Eindhoven produce y atrae a este tipo de creador que construye su trabajo sobre conceptos como otros lo hacen sobre pies y patas.
Lucas Muñoz presenta 6 chapas rotas de pladur y una luz, título que funciona como descripción en lo que podríamos llamar un ejercicio “objetivista”: la pieza consiste exactamente en eso. Las planchas dobladas en un amasijo forman una especie de hélice, que se apoya contra la pared con tan poca pretensión, que resulta casi poético. Es una lámpara que ilumina a sí misma, lo justo para que podamos verla.
Carlota Gallo y Claudia Paredes son las comisarias de la muestra, además de exponer sus trabajos. Inspirándose en la cultura de Instagram y Youtube, Gallo afirma que “no hay personas feas, sino mal iluminadas”. Su aportación recuerda a un flash o foco anular, una de las iluminaciones más favorecedoras en vídeo y fotografía, pero también a un halo de santidad. Sin embargo, el título de esa corona que brota detrás de las cabezas de aquellos que alcanzan la virtud católica, se titula Selfish Lamp y ya sabemos que el egoísmo es un pecado que convive con nosotros.
Por su parte, Paredes habla de cómo la idea de oscuridad le llevó a pensar en las profundidades marinas. Su propuesta, Pugnale, es visualmente contundente: una butaca atravesada por un tubo de luz fosforescente o, en sus propias palabras: “Una toma de conciencia ante la desaparición de especies marinas”. Nos cuesta relacionar idea con ejecución, pero ahí está.
Confirmando a su estilo, Raquel Quevedo presenta Prólogo: una masa informe de tela salpicada con protuberancias iluminadas desde abajo. Sistiaga, diseñadora textil, utiliza satén reciclado, que cuelga de una barra de luz. La luz atraviesa el tejido brillante y se multiplica a través de él; Lucía es una de las piezas más elegantes, y no pierde por el camino un ápice de coherencia en el discurso.
Joel Blanco hace referencia a lo que él considera la época dorada de la humanidad, los 2000, con una lámpara de araña hecha a base de tribales de plástico de la que cuelgan condones usados, coherente con el material de desecho y a la vez de construcción. Incluso cuando parece que se aleja del tema, Blanco hila muy muy fino el tejido conceptual de su trabajo: es la lámpara más lámpara, la menos abstracta y la que mejor se ajusta al briefing. Consigue ser literal y, aun así, sorprender riéndose de todo lo que se toma en serio. Y Stef Fusani, de Studio La Cube, utiliza la luz en Por amor a la carne, que está más cerca de la instalación. Al igual que en la Pieza de Raquel Quevedo, reina la textura sobre cualquier otro elemento.
Y de esta manera, la exposición de diseño NODO pretende reescribir nuestra percepción de un objeto doméstico como es la luminaria, que acaba con la oscuridad, para hacer visible lo invisible. O, dicho de otra manera: “Hágase la luz”. ¿Serían capaces de adivinar quiénes van y quiénes vienen de Eindhoven?