Mímesis. Aquel latinismo con raíces griegas vertebró durante siglos la relación del arte con la naturaleza, esa tendencia a la imitación para alcanzar la perfección de lo representado. O lo que es lo mismo, la naturaleza como inspiración. Afortunadamente para los artistas, esa cortapisa se hizo añicos hace ya más de dos siglos, aunque la relación con la vida y el medio ambiente sigue siendo una fuente de ideas y motivaciones.
La naturaleza vivida, la naturaleza de nuestros pensamientos o la naturaleza de los materiales, son herramientas inagotables para el valenciano Nacho Carbonell. Con treinta y cuatro años, lleva ya seis al frente de su propio estudio en Eindhoven, ciudad que alberga la prestigiosa Academia del Diseño, en la que se graduó con los máximos honores. Allí desarrolla una labor que se puede ver en las principales ferias del mundo, entre las cuales destaca la Basel/Miami que lo nombró Diseñador del Futuro en una de sus ediciones pasadas. Sin embargo, el trabajo de Carbonell es muy de nuestro presente y se asienta en una constante experimentación con los materiales y con sus posibilidades constructivas, en una órbita cercana a nombres como Maarten Baas o Jurgen Bey. Recientemente ha dado una conferencia en DIMAD y ha sido invitado por la Embajada de los Países Bajos para que forme parte del jurado en el concurso Diseños para el nuevo Rijksmuseum.
Desde su proyecto Por las ramas hasta las sillas Diversity (de las que, como anécdota rosa, Brad Pitt compró varias piezas), Nacho Carbonell combina un talento visionario con una inmensa capacidad para transformar el uso y la propiedad de un material en algo inesperado, espontáneo y casi vivo, lo que despierta una inmediata aceptación y sorpresa.
Pero la naturaleza no se entiende solo como un soporte creativo en la obra de Carbonell, sino también como una manera de repensar la esencia y características de cada objeto. Como bien afirma el mismo diseñador, “la experimentación es mi manera de traducir un concepto en un objeto”. Una experimentación táctil, casi sensual, que revela una fascinación por las texturas como lo ejemplifican Skin Collection, Desconocido Shell, o el banco social Línea de comunicación. Estos muebles aconvencionales (“para ver las cosas desde otra perspectiva”), se revisten de una piel que modifica de manera espontánea los contornos y la propia entidad de la pieza.
Otra vertiente en la que Carbonell se siente a gusto es la propiciada por la búsqueda tecnológica, de la que Soft Bombilla LED es un buen ejemplo. Esta luminaria hace converger en su diseño caucho y tecnología LED. Y el resultado es un objeto lumínico blando, suave e irrompible.
En resumen, decir Nacho Carbonell es decir funcionalidad híbrida y ambigua. Las suyas son creaciones que sirven para sentarse, para ocultarse o simplemente para ser observadas. Piezas de un organicismo indómito, como si la propia naturaleza se hubiese aposentado en los objetos y estos pudieran generar vida a través de esas ramas, de esas extensiones que los definen y los sitúan en el mundo. Probablemente lo más emocionante que le ha ocurrido al diseño español en los últimos años.