Radical, apasionado, innovador, paradójico, polemista. Muchos son los adjetivos enardecidos que se suelen utilizar para definir al arquitecto holandés Winy Maas. Sus obras y proyectos cuestionan y redefinen no solo nuevos escenarios para la vida urbana contemporánea, sino incluso el sentido y los límites de su profesión. Dentro del ciclo De la poética al diseño, entablamos una conversación con él en la sede de Cosentino City Madrid, para descubrir los mecanismos que permiten a MVRDV y The Why Factory generar sus provocadoras e inspiradoras visiones del futuro.
Hay arquitectos que con el paso del tiempo parecen renunciar a los ideales por los que apostaban en sus primeras obras. Otros, sin embargo, encuentran nuevos canales, formas y dispositivos para experimentar más allá cada día. Este es el caso de Winy Maas, socio fundador del estudio de arquitectura holandés MVRDV: una oficina que desde hace 30 años cuestiona las viejas concepciones de lo que un arquitecto, un urbanista, un diseñador o un investigador “debería ser”. Pionero en el uso de grandes masas de datos como herramienta creativa, produce innovadoras investigaciones espaciales, no exentas de placer y fenomenología. Impulsor de The Why Factory, su brazo académico en la Universidad de Delft, Winy Maas es un profesional armado de una ecléctica capacidad para imaginar escenarios más propios —o casi— de un escritor de ciencia ficción que de un urbanista.
ROOM Diseño. – Cuando comienzas un curso, siempre haces la misma pregunta a tus alumnos. Empecemos con esas mismas palabras. ¿Qué quieres hacer y a qué quieres reaccionar?
Winy Maas.- Lo primero de todo, quiero agradecer el formato que habéis propuesto. Llevo décadas dando conferencias, los últimos dos años vía digital. Están todas grabadas, las podéis ver en línea. Las de mis colegas también. Algunas son brillantes, pero vista una, vistas todas. Me aburren, se vuelven prefabricadas y repetitivas. Esta conversación es mucho más estimulante, casi como un momento de investigación en vivo y frente al público, que va a permitir mucho mejor entender cómo trabajamos. Porque la arquitectura se hace así, hablando. A ver, ¿qué quiero cambiar? Hay tanto… Rusia, abrir China aún más… Soy muy político, pero quiero serlo en el buen sentido. El urbanismo es político, y toda política acaba dando forma a la ciudad.
R.D.- ¿Reaccionas entonces a lo incómodo?
Winy Maas.-Es interesante que definas así la labor del arquitecto. La generación anterior intentó hacer todo más confortable: temperatura, ángulo de incidencia solar… En general, conseguir la estabilidad agradable de los espacios. Pero a mí esto me duerme, no me interesa. Es como la vivienda de hoy en día: estandarizada, aburrida, no imaginativa. Las constructoras dicen que la localización lo es todo, pero no debería serlo. Una herramienta de diferenciación es considerar la diversidad de los estilos de vida.
“Los arquitectos tenemos la responsabilidad de ser motores de nuestro tiempo, comunicar nuevas ideas, llegar a la mayor audiencia posible”.
Winy Maas
Cada uno de nosotros somos diferentes, y nos gusta serlo. Esto es lo que puede dar carácter a un edificio residencial. En(W)ego, pedimos a los futuros usuarios que expresen sus deseos: una casa larga para correr, una alta para colgar una lámpara… Los metemos todos en un frasco y, mediante un software inspirado en videojuegos, las aspiraciones de unos luchan con las de otros y se adaptan, hasta cristalizar en la solución de máxima satisfacción para el grupo. El resultado es inesperado, un puzle fantástico en el que cada unidad acaba siendo especial. Y esa diferencia, además, incita la curiosidad del vecino, lo que genera mayor interacción. De ahí el nombre del proyecto: del ego al (W)ego: el ego del colectivo. Una biodiversidad de formas de ser combinada con responsabilidad.
R.D. – En esto hay una idea de formar a la gente o, incluso, de in-formarla. Creo que esta pedagogía la hacéis en MVRDV mediante la claridad de vuestras propuestas.
Winy Maas.-¿De formar a in-formar? Es muy interesante, porque creo que la confianza en los demás es muy importante. En una sociedad poscolonial no debemos formar, sino informar, para que la gente se forme a sí misma y puedan tomar decisiones fundamentadas. Respecto a la claridad, yo comencé mi carrera en el gran momento de los arquitectos estrella, que hablaban de filosofía francesa, de Foucault, de conceptos muy vagos, místicos e inasibles. Y lo que es peor, su transformación en un proyecto no era satisfactoria. Pero los arquitectos tenemos la responsabilidad de ser motores de nuestro tiempo, comunicar nuevos planteamientos, llegar a la mayor audiencia posible. Para esto, la claridad ayuda. Como en la casa (W)ego, donde la idea interior se expresa en el exterior. La claridad exige al diseñador traducir su ideario en espacialidad comprensible. Además, debe ser inspiradora, profunda, combinar emoción y concepto. Como una novela, la claridad de la arquitectura ha de revelar su complejidad a través de su narrativa.
“Soy muy político, pero quiero serlo en el buen sentido. El urbanismo es político, y toda política acaba dando forma a la ciudad”.
Winy Maas
Los trabajos de MVRDV muestran a menudo un cierto placer en la creación de tipologías inéditas, que van más allá del edificio de viviendas, de oficinas o el clásico mixed-use. Desde experimentos como el Pabellón de la Expo de Hannover 2000 hasta el reciente Depot Boijmans van Beuningen: una nueva concepción de depósito de arte y espacio de exposición. Han generado híbridos fascinantes como el Mercado de Róterdam o la Book Mountain, una biblioteca como un zigurat de cultura, envuelto en vidrio. Reinventaron el ambiente de trabajo en sus propias oficinas, la MVRDV House, y redefinieron la cooperación de arquitectos, científicos y artesanos en las tiendas de Bulgari o Hermès. Consiguen realizar obras arquitectónicas a medio camino entre la instalación efímera —como Las escaleras de Kriterion o el Didden Village— y la escenografía de ciencia ficción —como The Imprint—. Lugares de una marcada impronta que invitan a replantear nuestras relaciones con el entorno que nos rodea.
R.D.- De alguna manera, The Why Factory va en esa línea de revelar nuevas narrativas, ¿no? Trabajáis generando modelos de sociedades futuras y organizaciones sociales aún por llegar.
Winy Maas.- En MVRDV suelo decir que hacemos ciencia ficción. Pero en la universidad, como director del programa de The Why Factory, es necesario trabajar con métodos científicos, contar exclusivamente los hechos comprobables. Hacemos un trabajo prospectivo, intentando definir qué es el futuro y cómo acercarnos a él. En ese sentido, me gusta romper tendencias. El problema de trabajar con ellas es que se analiza un parámetro concreto, por ejemplo, “la gente vive en casas más pequeñas”, y ¡boom!: construimos casas pequeñas durante 10 años. La investigación para romper la tendencia es como un miniapocalipsis. El hiperapocalipsis es, por supuesto, la crisis climática. Un asunto que tenemos también que romper.
R.D.- Háblanos de vuestros modelos de ciudades.
Para MVRDV, la escala y el tamaño de los desafíos nunca supuso freno alguno para su creatividad. Firmes defensores de un urbanismo elaborado por ingentes bases de datos, pero nada evidente en sus respuestas, han desembarcado en los cinco continentes con enfoques poco ortodoxos para las autoridades locales. Como su propuesta para los Juegos Olímpicos de Madrid, con un canal de remo a lo largo de la Castellana. O sus planes de urbanización a gran escala, como Almere Oosterwold o Basel Rheincity. Esta actitud crítica —con sus mecanismos creativos y unos objetivos ambiciosos— se mantiene también en obras más domésticas como sus viviendas WoZoCo o el Silodam. O las realizadas en España, el Edificio Mirador y Celosía: dos fantásticos ejemplos de cómo darle la vuelta a las férreas reglas de las viviendas de protección oficial, para conseguir ofrecer valor añadido tanto a sus usuarios como a los habitantes del barrio en el que se ubican.
“La vivienda de hoy en día es estandarizada, aburrida, no imaginativa. Una herramienta de diferenciación es considerar la diversidad de los modos de vida. Cada uno de nosotros somos diferentes, y nos gusta serlo. Esto es lo que puede dar carácter a un edificio de viviendas”.
Winy Maas
R.D.- Me da la impresión de que crees más en grandes planes visionarios, quizá no realizables, que en pequeños cambios en lo diario. Y desde ahí, aportar una transformación en la tendencia.
Winy Maas.- Exactamente. Espero que pueda inspirar a la gente a mirar la big picture. Además, el arquitecto no lo sabe todo, por lo que en MVRDV intentamos colaborar con artistas, marcas y expertos cuya cooperación nos ayuda a experimentar. Como con las botellas fundidas para la fachada de Bulgari. O con unos pantalones reflectantes con los que no necesitemos energía para la iluminación interior. Hace no demasiado tiempo, creamos también una fundación donde dar forma a otras ideas que no encajan en la práctica profesional de MVRDV ni en la académica de The Why Factory. Como desarrollar prototipos; por ejemplo, un dron que poda la vegetación que crece en las fachadas.
Conversar con Winy Maas es dejarse llevar por los meandros de su ecléctico discurso. Del diseño de tejidos a una nueva capa geológica terrestre: The Sponge. Dialogante, expresivo, inquieto, fascinado y fascinante, transmite y contagia su capacidad de invención imaginando arquitecturas, ciudades y mundos eficaces, optimistas y ricos en experiencias espaciales. Un híbrido de construcción, infraestructura, naturaleza y energía que dinamice una sociedad aparentemente adormecida por los soporíferos productos constructivos que generan las reglas del mercado. Winy Maas utiliza toda oportunidad en su mano para infiltrar nuevas ideas que nos permitan desear futuribles ilusionantes y catárticos.
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