Escondida entre calles victorianas, una estructura aparece como un espejismo arquitectónico. Su geometría ondulante parece desafiar la lógica, como si el viento hubiera moldeado su piel metálica. Pero no es una escultura urbana ni un objeto caído del cielo, sino una casa: la Mesh House, diseñada por Alison Brooks Architects. Un manifiesto constructivo que demuestra que la arquitectura doméstica puede, y debe, ser un campo de experimentación radical.
Una casa londinense de armazón escultural
Mesh House no es una casa convencional. Tampoco lo pretende. Si bien la arquitectura residencial tiende a la discreción y la simetría, aquí Alice Brooks Architects ha decidido desbordar los límites del entorno doméstico, generando un armazón que, más que un refugio, parece un organismo vivo. No es casualidad que su silueta recuerde a las formas dinámicas de los proyectos de Coop Himmelb(l)au, como la Villa S-1 o el Museo des Confluences en Lyon, pues todas estas propuestas comparten un mismo germen: el de la deconstrucción espacial, el de las capas que flotan, el de la materia que se curva sin perder su contundencia.

La cubierta perforada y liviana mantiene un equilibrio entre lo monumental y lo contenido. Desde el exterior, la vivienda parece un objeto flotante, pero en su interior cobra otra dimensión. La fachada de malla aporta protección solar y privacidad, actuando también como un velo dinámico que transforma la atmósfera interna según la hora del día. De ese modo, la luz penetra a través de la urdimbre de cobre, originando un claroscuro vibrante que muta con el paso de las horas; y los reflejos se alzan como una herramienta que permite que Mesh House interactúe con su entorno de forma cambiante.


Alison Brooks Architects y la deconstrucción arquitectónica
Su distribución responde a una lógica de transparencia y fluidez. Las estancias están conectadas visualmente entre sí, sin perder su independencia funcional. Los materiales elegidos —hormigón, madera y vidrio— refuerzan esa sensación de continuidad. La cocina y el salón, en la planta baja, se abren completamente al jardín trasero, mientras que, en el nivel superior, los dormitorios quedan sumergidos en un filtro metálico que tamiza la iluminación y otorga intimidad sin necesidad de recurrir a opacidades.


En cierto modo, podríamos ver Mesh House como una evolución conceptual de Wrap House: otro proyecto de Alison Brooks Architects que juega con la idea de la envolvente como un elemento flexible y transformador. No obstante, en Wrap House el ladrillo y la madera conectaban de algún modo con la arquitectura vernácula londinense, pero aquí se da un paso más allá: la piel del edificio deja de ser una frontera estática para convertirse en una membrana interactiva.

Quizás lo más radical de esta Mesh House no sea la geometría, sino su capacidad de concebirse como un dispositivo de percepción que rompe la rigidez del plano cartesiano. Un refugio que juega con la luz, que responde a la sombra, que se pliega y se abre como como si respirara con la ciudad. Una arquitectura que nos interpela, recordándonos que el hogar está lejos de ser un ente estático: es un territorio en constante evolución.