Street Fighter es un clásico de los videojuegos. Creado a finales de los 80 y convertido en mito por la primera generación de adolescentes “digitales”, su estrategia narrativa es bien sencilla: dos luchadores se enfrentan cuerpo a cuerpo valiéndose tan solo de sus poderes. Pues bien, este videojuego fue el motor a partir del cual el estudio Langarita-Navarro ideó la rehabilitación de la antigua Serrería Belga, para convertirla en el recién inaugurado Medialab Prado. “Por un lado estaba la Serrería, una construcción de los años 20, -nos dice Víctor Navarro-, y por otro teníamos que inventarnos un contrincante arquitectónico que de algún modo propiciara una batalla dialéctica”. A ese contrincante, que actualiza el edificio y lo aterriza en el siglo XXI, lo han llamado La Cosa. “La Serrería vs La Cosa”, así presentan el proyecto… Igual que en las cabeceras del videojuego al inicio de cada partida. Pero dejemos la poética del joystick y vayamos al origen.
Medialab Prado surge de un concurso organizado por el Área de las Artes del Ayuntamiento de Madrid en el año 2007. Frente a los casi 300 “contrincantes” que se presentaron, fueron Langarita-Navarro los que se hicieron con el encargo. Como estudio tan solo contaban con seis meses de vida, pero en ese tiempo ya habían ganado el segundo premio para la intervención en Matadero de la nave 16, y habían iniciado una línea de investigación sobre actuaciones en arquitecturas existentes. “Estábamos trabajando en este tema a un nivel teórico -nos dice María Langarita-, y todas esas ideas las armamos para Medialab”.
Mientras se iba ejecutando la reforma, y como primer paso, los arquitectos diseñaron una gran pantalla en el exterior: un dispositivo de experimentación que desde 2007 proyecta obras digitales. Respecto a la Serrería, Langarita-Navarro querían mantener una parte de su historia. “Nosotros creemos -continúa María- que como el DeLorean, los edificios viajan en el tiempo y traen cosas del pasado. La Serrería traía una serie de tecnologías (hormigón armado visto, revoco de cal…) que no queríamos que se perdieran”. Por eso buscaron a profesionales que las restauraran, para así de nuevo mandarlas al futuro. Por su parte, y en oposición a la rigidez del hormigón, está la gran aportación del estudio: La Cosa. Una estructura flexible hecha de textil, madera y acero, y sujeta por tensores, que va cambiando de forma y de función en su recorrido por la nave industrial. En realidad, La Cosa funciona como ente adherido a la construcción histórica. Se trata de una relación simbiótica que el estudio también llevó a cabo en La Nave de la Música: un trabajo galardonado en la pasada edición de los Premios Mies van Der Rohe y que va a hacer que toda Europa ponga los ojos en Matadero, ese laboratorio vivo de la arquitectura española.
La antigua Serrería Belga supuso en su momento una avanzadilla en la modernidad constructiva de Madrid: con ella se inauguraba el uso del hormigón en la capital. Ahora, casi un siglo después, y convertida en Medialab Prado, de nuevo es un espacio innovador, pero sobre todo, es un espacio crítico: un ágora pensada para fomentar el debate ciudadano y la cultura colaborativa y digital. Como si Madrid fuera un nuevo escenario del Street Fighter, Medialab Prado ha nacido para infiltrarse en los circuitos ideológicos de la ciudad y entrar en combate con ellos. Medialab acabará siendo La Cosa dentro de la Serrería global que es la capital. En fin, Medialab Prado vs la gestión política, social y urbanística de Madrid.
Fotos: Miguel de Guzmán